Valencia Plaza

el tintero

La resistencia continúa

Acaba el año con las previsibles malas noticias que hace una semana intuíamos. El credo nacionalista no atiende a razones legales, judiciales o empresariales. La realidad paralela en la que viven dos millones de seres humanos requiere de algo más que perversa comprensión.

En este último tintero del año pensé en hacer un balance de lo más destacado en estos meses y sin duda había un nombre propio que lo protagoniza todo, el monotema: Cataluña. Le pido perdón porque somos muchos los que estamos hartos y cansados de hablar, leer, oír y analizar todo lo que está sucediendo en esa zona de España, pero creo sinceramente que tenemos la obligación de no sólo saber lo que ocurre sino tomar parte porque nos afecta a todos, en lo personal, en lo familiar, en lo social, en lo profesional. Por ello creo sinceramente que es lícito que nos aburra el tema catalán, pero es necesario que nos impliquemos. 

Hace una semana en estas misma columna, no me dejé llevar por el pesimismo pero tampoco por un triunfalismo infantil y pese a que en números redondos, los votos a partidos no independentistas han sido ligeramente superiores y a que Ciudadanos ha sido la primera fuerza política en escaños; el altísimo grado de participación y la contumacia de muchos catalanes en votar a listas que contienen a presos y fugados que han logrado un exilio empresarial histórico, denota que el credo nacionalista no atiende a razones ni a realidades como una economía globalizada, una Unión Europea sin fronteras o una sociedad de la comunicación que comparte y no divide.

Este letargo propio de los días festivos tiene un efecto salvífico sobre nuestras conciencias pero no debemos caer en el autoengaño de que todo marcha con normalidad, porque ésta hace años que se ha visto pervertida en una parte de nuestro territorio y ahora la situación se ha demostrado enconada. Frente a la desesperación y el no hay nada que podamos hacer, creo que deberíamos tomar el ejemplo y la experiencia para saber todo lo que NO hay que hacer o imitar. Frente al maltrato del gobierno central en el asunto de la financiación valenciana, muchas veces pensamos y decimos “habría que hacer como los vascos y catalanes para presionar y conseguir lo que merecemos”. Sinceramente, no creo que lugares donde ha nacido una banda terrorista con mas de 800 muertos a sus espaldas o donde hay una sociedad fragmentada, radicalizada, henchida de rencor deban ser una referencia política o social.

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