Valencia Plaza

el callejero

La reina de los zumos

  • FOTOS:MARGA FERRER

VALÈNCIA. Maribel Benito llega a la entrevista caminando y puntual como el sol. Su hija, Paula Mañas, aparece un poco tarde y en patinete. Dos generaciones diferentes que conectan a través de un negocio con cuarenta años de solera: Zumería Naturalia. Un local al que se accede bajando tres o cuatro escalones, los que te llevan desde la calle del Mar al reino de los zumos con esa decoración que les ha caracterizado desde que abrieron en julio de 1981. Allí dentro las lámparas son pamelas de paja y las butacas, sillas de caña alrededor de mesas bajas.

Maribel lo inauguró y lo mantuvo dando dinero durante más de treinta años. Cuando llegó la edad de descansar, le entregó las llaves a su hija Paula y dio un paso atrás sin dejar de llevar la contabilidad y de echarle un ojo de vez en cuando a su obra. La primera tira del hilo de la historia y la segunda mira a su madre con ojos tiernos mientras le deja que lleve la voz cantante.

La vida ha cambiado mucho en estos cuarenta años. Naturalia es un negocio que ha crecido con la democracia. Pero muchos clientes siguen fieles desde la fiesta de inauguración. Allí encontraron un lugar romántico donde reunirse de novios, un lugar que, ya de casados, les traía buenos recuerdos, y un lugar que encuentran ideal para ir con sus hijos, que, en muchos casos, empiezan otra vez el ciclo llevando allí a sus parejas.

 

Maribel trabajaba como administrativa en una empresa. Era una de esas pocas mujeres que a principios de los 80 tenía un empleo y se atrevía a darle vuelo a su carácter emprendedor. Así que, después de viajar a Madrid y descubrir durante un paseo por la Gran Vía que había un bar donde vendían zumos de frutas, a esa mujer de 33 años se le ocurrió que eso podía triunfar en València. "Aunque luego no es tan fácil como te lo has imaginado. Tú te crees que es abrir y ya está. Pero no. Encontrar unas máquinas para hacer los zumos ahora es muy fácil, pero en 1981 no había. Tuvimos que ir a una feria de Barcelona a comprarlas a un precio que ni se sabe...".

Un amigo que trabajaba en una inmobiliaria le encontró ese semisótano que se adaptaba perfectamente a sus pretensiones: era céntrico, totalmente diáfano y quedaba toda la obra por hacer. "Antes no había nada aquí. La finca se construyó un poco antes de abrir nosotros y esto lo habían dejado para hacer un garaje, pero después debieron ver que los accesos no eran muy cómodos y que es un local donde tampoco es que quepan muchos coches. Y lo alquilamos porque, además, como no había nada, pudimos hacerlo a nuestro gusto". 

Los chaperos de la calle

 La calle del Mar de 1981 no tenía nada que ver con la calle del Mar de 2021. "Entonces estaba muy poco iluminada y había muchos chaperos por ahí. He de decir que eran buena gente y te cuidaban el coche y todo. Yo llegaba con mi (Seat) 850, lo aparcaba y ellos me lo cuidaban. Pero era una calle oscura con las cosas que había entonces... De hecho no recuerdo ni si tenía aceras", rememora.

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