Es difícil imaginar, en el mundo global en que vivimos, un país sin infraestructuras o con infraestructuras precarias por las consecuencias negativas que tendrían para la sociedad, para las empresas, para la movilidad de las personas, en definitiva, para el crecimiento demográfico y económico de un país, porque las infraestructuras son la base del crecimiento económico. Sin infraestructuras no hay desarrollo social ni económico.
Las infraestructuras son necesarias en todas y cada una de las facetas de la economía. Para que un sector industrial se pueda desarrollar en condiciones, es determinante que éste tenga infraestructuras adecuadas, que permitan elevar la calidad de vida de la sociedad y promover el crecimiento económico y, en consecuencia, el empleo.
Alcanzar ese futuro económico positivo es una tarea de todos, no sólo de los municipios perjudicados por la falta de inversión en infraestructuras, también de las diferentes administraciones supramunicipales. Todas las instituciones implicadas debemos remar en la misma dirección y aunar esfuerzos para conseguir nuestros objetivos. Objetivos que son comunes y nos benefician a todos. Dinamizar el territorio y conseguir su expansión no es viable sin una red de cooperación y coordinación entre administraciones.