VALENCIA. La era de las tostadas de aguacate ha terminado. La modernor valenciana ha dejado de hablar de huevos Benedict en el brunch para presumir de platos de lentejas a la hora de comer. La retroversión hacia el recetario tradicional es lo más de lo más. Ahora se lleva comer como si cocinara tu abuela, pero sin que lo haga ella, porque te encuentras en pleno centro de Valencia y es un miércoles cualquiera (además, uno de mucho frío). Es entonces cuando te sientas en la mesa de un flamante restaurante, decorado al estilo nórdico, con algún toque industrial, para pedir un plato de potaje all star.
Los cocineros ya pueden respirar aliviados. Es hora de poner en práctica todo su buen hacer ante los fogones, con carnes rehogadas, sofritos sabrosos y caldos de lentitud. Las cartas adoptan un nuevo estilo marcado por la honestidad que deja temblando los remilgos. En otros casos potencian lo que ya venían haciendo, pero no podía emplear como reclamo, pese a encontrarse entre lo mejor de su oferta. Porque los garbanzos ya no los piden únicamente los señores, ni las fabadas son cosas de padres, sino que es posible encontrarse a un veinteañero con una sopa castellana entre manos. Para muestra, tres botones. Estos son algunos de los restaurantes que han decidido hacer bandera de la cuchara.