Se pone en marcha la grabadora y, antes de empezar a hablar, Jana inspira hondo, como quien está a punto de saltar al mar desde un acantilado. Está nerviosa, reconoce, porque dice que no habla un español perfecto y porque piensa que la suya es una historia sin demasiado interés, pero luego empezará a dialogar y explicará que nació en Checoslovaquia poco antes de que su tierra se convirtiera en Eslovaquia, que su padre es un importante entrenador de atletismo en su país, que vivió cinco años en China, que estuvo un mes rodeada de orangutanes en Borneo y que en un viaje a la India profundizó en el yoga más espiritual y eso le cambió la vida. Vamos, que tiene una vida muy interesante.
Jana (pronunciar Yana o caerá sobre ti una maldición) Krajñáková espera las preguntas como un preso. En tensión. Primero contará que viene de Kosice, una pequeña ciudad de Eslovaquia, aunque la segunda por población del país, donde su padre, arquitecto, trabajó como entrenador de atletismo especializado en el salto con pértiga. Ella lo intentó, pero no le enamoró. Dos de sus hermanos sí prosperaron en el deporte y llegaron a ser campeones nacionales. Tomas Krajnak llegó a saltar más de cinco metros y fue seis veces campeón de Eslovaquia, y su hermana pequeña, Sona, fue campeona una vez.
Sus recuerdos de infancia tienen muchos capítulos en la pista, donde jugaba rodeada de atletas mientras su padre pulía a sus discípulos. Jana se queda por momentos pensativa mientras mira al infinito antes de responder. Sorprende que lo haga tras preguntarle cuántos hermanos tiene. Pero entonces explica que va traduciendo mentalmente lo que quiere decir, y que tiene dos hermanas y un hermano. Que su madre trabajó en una compañía de seguros, pero que sobre todo dedicó su vida a cuidar de sus hijos y su hogar.
Otro gran recuerdo de su niñez son los días que pasaban en la cabaña que construyó su abuelo materno en la montaña, en el Parque Nacional Slovensky Raj, un remanso de paz donde tienen que ir a recoger agua de fuentes naturales en mitad del bosque. Allí, en aquel paraje idílico, pasaba los veranos de la infancia con sus hermanos y sus abuelos.