Valencia Plaza

CUANDO TE DEJA TU NOVIO

Garbanzo pedrosillano para la bajona

VALÈNCIA. Suelo encontrar la felicidad en un plato de sardinas, y felicidad era lo que me faltaba mientras me chopaba y resbalaba por las calles adyacentes al Jardim Botânico de Lisboa. Era -y es- noviembre, no es tiempo de sardinas.

Estás sozinha?— Me preguntó con mirada compasiva el camarero de una de mis cantinas predilectas de la ciudad —Sí, mesero, estoy sola y quiero ante mí uma imperial helada como la soledad, y un pescado bravo del frío Atlántico, asado sobre el infierno de las brasas, servido con tubérculos cuya tierra se ha quedado atrapada bajo las uñas tiñosas de deslomados campesinos. Me encuentro en lo más profundo de las tinieblas respecto a mí misma. Tengo el paladar agrio de la traición. Todo es aridez.

El buen hombre, sin entender un pijo, agregó:

—El pregado grelhado está muito bom.

Pues venga. 

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