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Joaquín Azagra analiza "la indefinición valenciana

Los pies de barro del ídolo: radiografía del Levante feliz que nunca existió

  • Foto: KIKE TABERNER

VALÈNCIA. Es en el Antiguo Testamento, en el Libro de Daniel, donde por primera vez se empleó la expresión. El profeta narra que fue el rey de Babilonia, Nabucodonosor, quien soñó con un ídolo con pies de barro. Habitualmente se usa como metáfora de lo que parece que es sólido, pero no tiene una base firme. Se ha utilizado para referirse a la economía española, a empresas particulares e incluso al peso político de la Comunitat Valenciana. Pero en muy pocas ocasiones se ha planteado que uno de esos pies de barro sea la cohesión social. Porque probablemente uno de los retos más complejos con el que se encuentra la sociedad valenciana es lograr que sus contradicciones internas no acaben lastrándola aún más, contradicciones que se generan desde el momento en el que el conflicto distributivo ha pasado de ser entre clases a tener un carácter intraclasista. Tras la segunda globalización, la de nuestra era, los intereses de unos obreros colisionan con los de otros, y los de unos empresarios con los de sus pares, con ejemplos tan recientes como el de los taxistas y Uber y Cabify. En el momento en el que es más precisa la unión, son los propios intereses los que impiden afrontar los retos de futuro en las condiciones más adecuadas. Lo nuevo y lo viejo pelean en las mismas clases sociales, y se puede percibir en las tensiones entre unas clases medias pujantes y otras gremialistas.

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