Valencia Plaza

el callejero

Juanma, el mentalista

  • Foto: KIKE TABERNER

VALÈNCIA. Juanma González se está tomando una cerveza, una rubia suave, en Beer Hood, un local de una de las calles que desembocan en la plaza de Xúquer, donde hace años salía humo por las noches y donde ahora solo hay un par de mesas con gente que conversa rodeada de pantallas con partidos de fútbol. Porque en España todos los días hay un partido de fútbol, ¿no? La primera impresión que transmite es que quiere transmitir. Está muy enfocado en su oficio y si hay periodistas rondando se mete en la piel del mentalista y no sale hasta que se marchan mientras alza la mano para pedirle otra Moretti a la camarera.

Tiene 32 años y viste con camisa blanca y una americana resultona de Zara. De un bolsillo frontal, como si fuera un truco, asoma el borde de uno de esos pañuelos de mentira que no están para sonarse sino para hacer bonito. Pero cuando Juanma habla, no hay adornos, solo unos ojos de lobo que brillan y capturan tu atención.

Esos ojos hace tiempo que se hartaron de mirar a la cámara mientras leía las noticias en el teleprompter. Porque Juanma, antes que mentalista, fue periodista. Cuando el oficio entró en declive, tomó su habilidad para hablarle a la gente y se subió a un escenario a hacer lo que, en verdad, siempre le había gustado: dedicarse al espectáculo del asombro. Hace seis años empezó a frecuentar este mundillo de mentalistas y magos del siglo XXI, y hace un año decidió que esta iba a ser su profesión.

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