VALENCIA. Carlos Bertomeu recita de memoria un sinfín de datos y cifras. Apenas se detiene a pensar unos segundos, como buscando en su cerebro ese detalle para completar una respuesta, para explicar esta o aquella complejidad del sector económico en el que se desenvuelve la empresa que preside. Pero son instantes imperceptibles, porque Bertomeu se sabe Air Nostrum de memoria. Al fin y al cabo es su proyecto. Lo diseñó siendo responsable de inversiones de Nefinsa, se puso al frente del mismo como consejero delegado y, veinte años más tarde, ha acabado siendo el accionista mayoritario. "No hubiera podido trabajar con otro accionista que no fuera Nefinsa... Soy muy mal mandado", reconoce, el desde el año pasado, presidente de la aerolínea valenciana creada por la familia de Emilio Serratosa.
"Yo no sabía nada de aviones", explica Bertomeu en una entrevista con 'Plaza'. Así que opté por rodearme de especialistas para crear la compañía". Unos directivos que, tras largas etapas en la compañía ocupan puestos de relevancia en el grupo Iberia, la compañera de bandera que ha ido pescando en el caladero de Air Nostrum a sus nuevos gestores tras su integración definitiva en el consorcio hispanobritánico IAG. Pero Bertomeu sigue en su puesto, en un despacho en los pabellones de la antigua base militar de Manises (en realidad, término municipal de Quart de Poblet) que la compañía rescató del abandono para convertirla en su cuartel general. Desde allí ha dirigido la empresa durante dos décadas, convirtiéndose en el valenciano que más sabe de aviones y aerolíneas.Y con ese bagaje prepara el que será el segundo gran despegue de Air Nostrum en su historia.
la crisis provocó ejercicios de pérdidas que pusieron en riesgo la viabilidad. hacía falta dinero y bertomeu dio el paso
La nueva era de Air Nostrum llega tras un proceso de redimensionamiento de la flota y las rutas que ha supuesto reducir la compañía a casi la mitad para garantizar su supervivencia. Una vuelta a los orígenes y a su negocio natural como compañía de aviación regional centrada en aportar tráfico al hub de su socio, Iberia, en Madrid y algunas rutas transversales. Todo mucho más modesto que la operativa que llegó a tener en su mejor momento la compañía. La crisis, «que en el sector de la aviación es recurrente aunque ésta ha sido excepcionalmente fuerte», provocó varios ejercicios consecutivos de pérdidas que pusieron en riesgo la viabilidad del proyecto. Hacía falta dinero y Bertomeu dio el paso.
"Cuando se hizo evidente que la compañía necesitaba una inyección de capital, los socios (Nefinsa, 70%, Caja Duero, 25%) nos advirtieron de que no estaban en disposición de aportar. Abrimos un proceso de búsqueda de nuevos socios y lo que nos llegó no me gustaba nada. Fondos que, desde luego, no hubieran mantenido la idea de proyecto de grupo de aviación que ahora tenemos sobre la mesa. Por tanto decidí presentar mi propia oferta", relata Bertomeu, que con un préstamo bancario y el apoyo de dos empresarios de los que se considera amigo y con los que comparte consejo de administración en el Instituto Valenciano de Infertilidad (José Remohí yAntonio Pellicer), suscribió la ampliación de capital y tomó el control de la empresa.