VALÈNCIA. El cambio en la Generalitat acaecido con las elecciones de 2015 sumió al PPCV en una fuerte crisis política y orgánica. Tras 20 años al frente del gobierno autonómico, el desastre en las urnas conllevó una pérdida masiva de poder institucional que, acompañada de los varapalos judiciales, abocó a la formación popular a una renovación casi obligada.
La cara visible de esta etapa es la actual presidenta regional, Isabel Bonig (Castellón, 1970), quien ha atravesado momentos realmente complicados en esta legislatura. Enfrentamientos orgánicos, desplantes desde Madrid, desaciertos estratégicos dentro del partido, cierto aislamiento en la tarea de oposición... pocas buenas noticias han recibido los populares valencianos en estos tres años y medio.
Ahora bien, las elecciones andaluzas han abierto un nuevo abanico de posibilidades que una optimista innata como Bonig está dispuesta a aprovechar. Si pese a los malos sondeos, la dirigente era de las pocas que aún confiaba en poder alcanzar la Generalitat, en estos momentos ha recibido una inyección de moral que no puede disimular. Recibe a Valencia Plaza en su despacho, en un encuentro en el que analiza la actualidad con sosiego y con un tono vehemente mucho más contenido que de costumbre. Más presidencialista en definitiva.