¿Cuán bajo hemos caído para que para un niño sea más tradicional un bote de hummus de Hacendado que un pollo a l’ast? ¿Dónde quedan esos domingos salpicados por la alegría de la grasilla sobre el hule de la mesa familiar? El pollo asado es costumbrismo, algarabía y gresca para hacerse con los trozos más nobles.
Para no andar como un pollo sin cabeza, apunta los locales de pollo a l’ast que frecuentar:
Pizzería Forli
Calle de Quart, 111. El Botànic
Forli siempre ha estado ahí. De noche, con sus pizzas finas y casi canónicas -todo un logro, que ya estaban ahí con su movida cuando en los noventa cuando Pizza Hut y World Pizza la partían-; de día, con jugosísimos pollos a l’ast condimentados únicamente con un ligero toque de orégano, para no desentonar con las especialidades italianas. Esta muestra avícola es de sabor limpio y carne tersa, como de pollo de clase media acomodada que baja todos los días a correr al río y consume sus cinco raciones entre frutas y hortalizas al día.