CASTELLÓ. Tecnología y ruralidad se han considerado durante décadas conceptos antagónicos. Un planteamiento que provocó el éxodo hacia zonas urbanas desde el mundo rural y aceleró procesos de despoblamiento que ya se habían iniciado. Ahora la tendencia es la contraria. La innovación se considera como uno de los elementos cruciales para frenar esa dinámica y esa supuesta incompatibilidad es ya una idea obsoleta.
En este punto, alumnos del grado de Diseño y Desarrollo de Videojuegos de la Universitat Jaume I, han creado nueve videojuegos en los que se da visibilidad a las diferentes problemáticas que tienen los habitantes del medio rural. Es un ejemplo de cómo utilizar la tecnología, y en este caso la gramática del videojuego, para concienciar a la sociedad de este tipo de situaciones, según explica uno de los coordinadores del proyecto, Emilio Sáez, profesor de diseño conceptual del grado de Diseño y Desarrollo de Videojuegos. Villaconocida, Far Away, Mayor, El forn de Babalà, Rural glitch, Fountaine of memories, Llim, Rangi y Una semana solitaria de febrero. Estos son los nombres de los videojuegos en cuyo diseño y desarrollo han participado unos 50 estudiantes de la UJI y que se encuentran disponibles en la web de la Nova Ruralitat.
Sinergias entre lo rural y lo académico
La idea surgió a partir de cuatro proyectos sobre agricultura, vivienda, juventud y energía que está desarrollando la Xarxa per la Mobilització del Coneixement de la UJI, una iniciativa que tiene como objetivo favorecer sinergias entre el mundo académico y la sociedad civil y profundizar en la relación mutua entre la UJI y el territorio de una manera participativa y empoderadora. "A partir de aquí, los alumnos del grado de videojuegos se reunieron con los técnicos de desarrollo local de diversos municipios para conocer cuáles eran las necesidades o problemáticas que tenían los habitantes de cada población e iniciaron el desarrollo de los juegos que tratan temas de servicios, transportes, energía, comunicación, etcétera", explica Sáez.
El profesor señala que "ha sido un proceso muy artesanal, muy al detalle, y de muchas horas de trabajo, ya que los estudiantes han unido el trabajo de tres asignaturas juntas, arte del videojuego, ingeniería de software y diseño conceptual y que aunque sean proyectos a un nivel pequeño, han quedado muy dignos y son muy interesantes". En este sentido, Sáez asegura que hay que tener claro que "los videojuegos no lanzan soluciones sino que exponen el problema para que se tome conciencia".