VALENCIA. Un abrazo de sabores de allá y de acá, de la impronta atlántica y la tradición mediterránea, del calamar patagónico y las sardinas ahumadas. Con presencia del dulce, el de leche, pero también del chocolate. El romance entre España y Argentina viene de lejos, pero su pasión no se apaga, sino que se despierta con ímpetu en espacios tan apasionados como Doña Petrona. Entre las paredes del restaurante, que se inaugura este fin de semana, ambos caracteres se encuentran, se miran de frente y se seducen. Pero no se funden.
“No estamos hablando de cocina de fusión, porque se sirven platos argentinos y platos españoles, pero cada uno por su lado”, relata Carito Lourenço. Ella es la mitad de esta historia, del Tándem Gastronómico que la ha hecho posible, junto a su pareja Germán Carrizo. Los dos cocineros argentinos se han ganado un puesto respetado en el panorama valenciano gracias una sólida trayectoria, pero indisociable a Fierro, el restaurante de la mesa única que tan bien ha funcionado. Un cena privada con comensales desconocidos a razón de 50 euros por cubierto sonaba arriesgado, pero en la frenética Ruzafa, siempre hambrienta de novedades, ha acabado siendo un éxito.
Es por ello que ahora pueden permitirse recorrer el camino inverso, hacia un concepto mucho más tradicional, y que en realidad iba a ser su primer paso. El traspiés ha invertido el orden. Ha llegado el momento de Doña Petrona, con una oferta de mercado que va del desayuno y la merienda, a la comida y la cena, y dispondrá de un menú diario en torno a los 11 euros. Atención, porque habrá 14 mesas, algunas en terraza. Al ubicarse en el número 5 de la calle Padre Perera, apenas unos metros más allá de Fierro, las vistas se las disputan el mercado de Ruzafa y el campanario de la Parroquia San Valero.
"A un lado del océano, empanadas mendocinas y chorizo criollo con salsa pomarola; al otro, coca de oli con sardinas y berenjena-wasabi"
Vamos a lo esencial: la comida. Doña Petrona está creada para dar placer al paladar, por lo que carta no escatima en tentaciones, nacidas en la Pampa y en la huerta a partes iguales. Hay elaboraciones fáciles de reconocer, pero con un punto divertido y actual: a un lado del océano, empanadas mendocinas y chorizo criollo con salsa pomarola; al otro, coca de oli con sardinas y berenjena-wasabi, fideuà del mar o crujiente de pan con patata, sepia y alioli. Esta vez no cocinan Carito y Germán –para verlos en acción, hay que ir a Fierro-, pero han seleccionado un equipo a la altura.