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entrevista a la presidenta del ppcv

Isabel Bonig: "Barceló es un parapeto que Puig mantiene para no quemarse él en la pandemia

  • Isabel Bonig, en la sede del PPCV durante la entrevista Fotos: KIKE TABERNER

VALÈNCIA. El inicio del confinamiento por el coronavirus hace aproximadamente un año por estas fechas supuso un punto de inflexión también en la política valenciana. El PP que lidera Isabel Bonig (Castelló de la Plana, 1970) optó en ese momento por tender la mano al presidente de la Generalitat, Ximo Puig, por la disposición a la firma de acuerdos conjuntos y por una oposición relativamente suave. El paso de los meses, sin embargo, ha derivado en un incremento en la dureza de las críticas a la gestión del Consell y a los diversos episodios de polémicas, como los de los hospitales de campaña o la vacunación. La presidenta de los populares valencianos hace balance de esta etapa, aunque también del futuro de su partido tras las elecciones catalanas. ¿Que si se ve pactando con Toni Cantó? "No tengo ningún problema. Lo que tenga que ser será", afirma sin descartar opción alguna. 

-¿Cuál es el gran problema de gestión del Botànic bajo su punto de vista? 
-La propia gestión. Le ha faltado gestión, que ha sido nefasta, y mucha profesionalidad, por ser breve. Podía ser comprensible en la primera ola, en la que de hecho el PP se puso al lado del presidente Puig. Pero no hay equipo de profesionales gestionando, no ha habido rumbo. Las medidas parece que se han adoptado esperando a ver qué hacían los otros, a última hora, y el virus ha ido por delante. Es entendible en la primera ola, pero no después de un año.

-Les 'perdona' por tanto la gestión de la primera ola, podríamos decir, pero a partir de la segunda...
-Yo asumo que esto no era fácil y que nadie tiene una varita mágica. Cosa que no sé si ellos hubieran hecho si gobernase el PP. Pero hay muchísimas cuestiones que ya se sabían y les han vuelto a pillar. Así que repito que es comprensible en la primera ola, pero no en la segunda, y mucho menos en la tercera. Y ahora deberían estar preparándose para una cuarta, Dios quiera que no con la misma intensidad que la tercera, que ha sido devastadora. Pero desde octubre ya estaban empezando a encenderse las alarmas y el presidente Puig no hizo absolutamente nada.  

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