Mientras la mayoría de nosotros pensamos cómo podemos hacer para tener unas fiestas navideñas parecidas a las de años anteriores y nos entretenemos contando cuántos seremos, qué comeremos y cómo haremos para sobrellevar esta situación, la valentía de una joven ha puesto encima de la mesa ese mundo paralelo que no está tan lejos de nosotros. Agentes de la Policía Nacional de Elche han detenido a cuatro personas y han desarticulado una red de trata y explotación de mujeres con fines sexuales.
No es la primera vez que se realiza una operación de estas características pero en esta hemos conocido algunos detalles que me han hecho reflexionar sobre la noticia, más allá de considerarlo como un acto delictivo más. Los agentes han desvelado que lograron desarticular esta red gracias a la denuncia de una joven nicaragüense que estaba siendo esclavizada.
La difícil situación económica en su país hizo a esta joven de 18 años intentar buscar un futuro en otro lugar. Una mujer que conocía le dijo que podía ayudarla a venir a España a trabajar y la joven aceptó. Nada más pisar España se dio cuenta de que la habían engañado. La obligaron a ejercer la prostitución, fue violada y sobre todo era amenazada con las habituales prácticas mafiosas de estos grupos. Le decían que si escapaba pagarían las consecuencias su familia en Nicaragua.
A pesar de ser tan joven esta chica pasó un verdadero calvario hasta que logró reunir las fuerzas para escapar y denunciarlo. Gracias a su valentía no solo detuvieron a los integrantes de esta organización criminal sino que lograron liberar a otras mujeres que eran explotadas en condiciones de esclavitud como ella.
Es una historia de terror pero de todo lo que he contado hasta ahora nos falta una parte de la escena. El putero. Cuando leemos estas noticias o escuchamos estas historias se nos olvida pensar que esta chica era obligada a prostituirse en algún lugar en Elche.
Y ese lugar existe porque hay personas que requieren de esos "servicios". Esas personas son puteros. Los hay, y muchos.
Y esos hombres no son unos seres extraños a los que no conocemos y que no tienen nada que ver con nosotros, no. Los supuestos clientes pueden ser cualquiera de nuestros amigos, o un familiar nuestro, incluso puede ser tu marido, o el mío. Nunca jamás existiría ese negocio si alguien no disfrutara sometiendo sexualmente por dinero a una mujer. Muchas veces, pasando por algún "puticlub" de los muchos que todos reconocemos en las carreteras, he pensado en la sordidez de ese mundo. Y siempre lo he sentido lejos, pero no es así.
Está muy cerca, viven con nosotros, nos relacionamos con esos hombres que son capaces de estar animando a su hijo en una actividad extraescolar y al rato acudir a uno de estos lugares, elegir una mujer como quien elige un melón y follársela sin pensar más allá de sus necesidades. Son capaces de terminar, pagar y salir de allí en dirección al súper a comprar sin la más mínima reflexión sobre lo que han hecho y con quien han estado.
Para estos hombres, esas mujeres son objetos de usar y tirar. No les importan sus sentimientos por supuesto, pero tampoco su integridad y tengo claro que a esos hombres tampoco les importan las otras mujeres. Las otras, las de la cara A de la vida. Nosotras. Lo que pasa es que han "aprendido" a disimular que para ellos somos objetos. Vaginas con piernas.