Una verdadera revolución es la que sirve para cambiar de verdad el destino de las personas y de los territorios. Este término se ha usado mucho en política en los últimos tiempos y, por desgracia, nos hemos encontrado con desilusión, frustración y hasta desamparo de la población.
La izquierda la utiliza cada dos por tres. Siempre prometen y nunca cumplen. Recordemos la ‘revolución de las sonrisas’ con la que los nacionalistas catalanes prometieron derrumbar el sistema constitucional de 1978 y abrirse paso como Estado independiente en una Europa que debe caminar junta hasta la unidad como único método para mantenerse su hegemonía económica, política e ideológica. Es el signo de los tiempos. Revertirlo como han intentado los independentistas solo ha provocado todos esos sentimientos en una comunidad que naufraga entre el escepticismo y el hastío, esperando algo que nunca llegará.
En la Comunitat Valenciana, PSPV y Compromís también prometieron una revolución. Lo único que hemos conseguido es retroceder décadas en bienestar, prosperidad y empleo. Esta inacción, cuando no involución de la actual situación que vivimos obliga a tomar decisiones que, esta vez sí, deben ser una revolución en la forma de entender la realidad y enfocar el destino de nuestra autonomía y nuestros conciudadanos.
Es justo lo que ha hecho el presidente del Partido Popular Comunitat Valenciana (PPCV), Carlos Mazón, cuando ha presentado el programa de revolución fiscal que va a llevar a la Generalitat Valenciana. Como dicen en misa, es justo y necesario.
Es justo porque el actual infierno fiscal que han implementado los socialistas y nacionalistas convierte la Comunitat Valenciana en un desecho de subvenciones. La iniciativa privada ha sido sustituida por un sistema en el que cualquier proyecto debe pasar por el embudo de la Administración para ponerse en marcha. Sin su aceptación, es imposible invertir en la Comunitat Valenciana porque las trabas administrativas y los muros físcales imposibilitan atraer ese capital físico y humano que necesitamos para desarrollarnos en plena era digital.
Y es necesario porque sin esta iniciativa privada, y maniatados como estamos por la infrafinanciación y una deuda pública estructural insostenible, perdemos el tren de la modernidad en el que los gobiernos del Partido Popular subieron en primera clase a esta autonomía hace ya unas décadas. Corremos el serio riesgo de quedarnos en el andén y ver pasar la locomotora de Madrid a Andalucía cuando la conexión siempre había sido con Valencia.
Este plan no debe ser una sorpresa para nadie. La reducción de impuestos siempre ha estado en el ADN del Partido Popular y se ha aplicado, siempre con cabeza, allá donde ha gobernado. Basta con ver la Comunidad de Madrid, líder en cualquier índice económico de referencia, o el cambio que se ha producido en Andalucía desde que gobierna Juan Manuel Moreno.
Bajar es impuestos no es sinónimo de un peor Estado del Bienestar, como pregona la izquierda para intentar convencer de que el Sol sale de noche. Al contrario, permite la sostenibilidad de sanidad, educación y servicios sociales. Está perfectamente demostrado que la recaudación crece porque no se trata de que cada contribuyente pague más, sino de que haya más contribuyentes que aguanten el sistema. Menos es más en este caso.
Por tanto, reducir ese 31% de impuestos a las rentas más bajas de la Comunitat supondrá un incremento de la inversión privada, creación de empleo y que personas que ahora reciben de la Seguridad Social una ayuda pasen a aportar al sistema mediante contribuciones laborales. Tan sencillo de explicar y tan difícil de poner en práctica si no hay voluntad política.
El PPCV sí que la tiene. El programa presentado por Carlos Mazón es el primer paso ineludible para alcanzar los máximos estándares de calidad de vida de lo que ha gozado la Comunitat Valenciana y que solo podrá recuperar por este camino. Una senda que está prevista para todos, con más o menos rentas, porque, como he dicho antes, si una revolución solo cambia a unos pocos no es revolución, sino medra personal. Ya hemos tenido bastante de esto durante los últimos seis años. Ahora es tiempo de un gobierno que piense en todos, que actúe para todos y que beneficie a todos.