Acabo de ver "Argentina, 1985", una película de Santiago Mitre que se centra en el primer gran juicio contra la cúpula militar que protagonizó el golpe de Estado de Jorge Rafael Videla en 1976 para destronar a María Estela Martínez de Perón. 1976: recién muerto Franco. Los argentinos sufrieron más de ocho años de terrorismo de Estado y la cinta refleja muy bien el estado de cosas, de devastación, que dejaron Videla y sus secuaces en ese periodo de tiempo, relativamente corto, en el que se cometieron todo tipo de atrocidades, las mismas que en la dictadura de Pinochet (más extensa).
Ricardo Darín acapara buena parte del filme en su papel de héroe, como fiscal de la macro-causa y borda el papel del fiscal Julio César Strassera. No voy a hacer un spoiler (que mira que joden), pero que sí que voy a hacer uso de una de sus reflexiones en el alegato del juicio: "El sadismo no es una ideología política ni una estrategia bélica sino una perversión moral". Nunca había reparado en una definición tan exacta de la dictadura argentina, y de otras, en las que la tortura y el terror han sustentado la sintaxis básica del ejercicio del poder. Y no sé por qué, yo era un niño cuando lo del golpe de Videla, me sigue subyugando, inquietando, cómo en un país tan culto y civilizado como es La Argentina, y a pesar de su historia reciente convulsa (ahora mismo), se pudo caer en una espiral propia de El Séptimo Círculo de El Infierno, de Dante.
Hago un ejercicio de cuántos videlas hay ahora en el mundo, además del loquillo/locazo de Corea del Norte. ¿Tiene Putin un punto Videla? No lo sé: parece que va camino de ello, desaforado ahora en borrar del mapa la realidad LGTBI en Rusia (una maniobra también para desviar la atención), y desaforado por supuesto en masacrar Ucrania y tener al mundo entero en un sinvivir: el tema es más complejo, lo sé. Y Ortega en Nicaragua: más de cuarto y mitad en perversión moral: qué leches, más de medio kilo tirando a los 750 gramos. Sobrevuelo Cuba y el nuevo e infame código Penal de Díaz-Canel, el mismo que para disimular ha promovido una ley de matrimonios del mismo sexo. Qué moderno.
¿Y la Junta Militar Birmana (Myanmar) cuyas tropelías ya no salen en los telediarios? Leo por ahí que hace unos días bombardearon un festival de música, con cuatro cazas del ejército, al norte del país, con 50 muertos y decenas de heridos y en represión a la minoría étnica kachin, que ni sabía que existía. En Birmania no se andan con chiquitas. Ni en Irán (o China) donde a los ayatolas solo les falta instaurar la Policía del Pensamiento, como en la célebre novela distópica de Orwell, y como complemento a la Policía de la Moral. Tal vez con las tecnologías derivadas del metaverso se pueda alcanzar este fin: instaurar desde el Estado, sin que se sepa que es el Estado, juegos y espacios virtuales para engañuflar a los ciudadanos y saber sus opiniones políticas, sociales o estéticas. Qué tétrico está todo. Hablo, escribo, de estas penurias para coger distancia de nuestra realidad cotidiana, la del país, la de la autonomía, la de la provincia, o la de mi barrio. Tiene truco: no estamos tan mal. Un truco/consuelo, alivio momentáneo. Alivio al fin y al cabo.
Destituyen a Mireia Mollà como consellera de Agricultura y arde Troya. Bueno, arde Compromís y muy especialmente Iniciativa. Mollà pasará, igual que pasará Mónica Oltra. O urdirán maniobras orquestales en la oscuridad, vaya usted a saber. Lo que no sabemos es si pasará de aquí a las elecciones el desasosiego en Compromís. Los políticos, salvo rarísima excepción, tienen escaso sentido de la prescindibilidad y, en general, leen poco de lo que pasa en el mundo. La Meloni se nos hace europeísta, atlantista, y defensora a ultranza de Zelenski: tres en uno y de golpe y porrazo. O, lo que es lo mismo, la Meloni coloca a los payasetes de Berlusconi y Matteo Salvini al borde del colapso y del ataque de nervios (no le doy un año de vida a la coalición italiana). Pedro Sánchez confunde Kenya con Senegal, que ya son ganas de confundir. La selección australiana de fútbol pide a Qatar que despenalice las relaciones gays. Qué monos (los australianos). Y los diez capitanes nacionales europeos que portarán una pulsera con los colores del arco iris. Qatar y las férreas e impermeables teocracias de la península arábiga. Nada: allá que vamos a celebrar el mundial. China tiene inversiones de referencia en los principales puertos de Europa, además de sabrosas porciones de deuda pública de los países miembro de la UE. Alabado sea el señor, querido Juan Carlos de Manuel. Y por siempre sea alabado.
CODA: Asisto en el Gran Teatro de Elche a la representación de La Tarara, de Josi Alvarado, premio Ana Diosdado de la SGAE. Un texto duro, con escasas concesiones, y una puesta en escena brillante que me recuerda vagamente a la versión cinematográfica que hizo Fassbinder en 1982 de Querelle de Brest, la novela de Jean Genet. Texto contundente , duro y poético al mismo tiempo. También poliédrico. Actorazos de la compañía vasca Hika Teatroa y una versión subversiva de LaTarara, la canción, a cargo de Kepa Errasti. Soberbio/a. No sé si augurarle a Alvarado un carrerón. Que se lo augure Juan Luis Mira, presente en el coliseo ilicitano. El teatro, en tiempos vacuos, como arma de reflexión masiva. La alegría es la felicidad de los pobres. El jardín se ha secado de pensamientos.