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de la vía pa'arriba / OPINIÓN

Un ola de un mal día en Playa Lisa

15/04/2021 - 

La única certeza que podemos tener a día de hoy es que moriremos todos. Mejor si es más tarde que pronto. Espero que cada uno muera cuando le toque pero el pesimismo respecto a las cada vez menos certidumbres de nuestro sistema de vida, sobrevuela en mi mente cada mañana, especialmente al escuchar las últimas noticias. A veces pienso que ante este panorama, quizá sea más cómoda la postura adoptada por los negacionistas o los miguelesbosé, que si algo no tiene explicación se la inventan.

Casi casi es lo que parece lo que estamos viviendo hace más de un año. Soy de las que siempre he valorado mucho la dificultad de gestionar algo tan complejo como una pandemia mundial, en un mundo globalizado, con un virus que no se comporta como los virus que conocíamos. He entendido algunos errores, divagaciones y problemas que han ido jalonando las decisiones e intervenciones de quienes están al frente de esto. Me refiero a la Organización Mundial de la Salud, la Unión Europea, la Agencia Europea o Española del Medicamento, el Gobierno, el Ministerio de Sanidad, el Comité de Expertos, el Gobierno autonómico, la Conselleria de Sanidad (la consellera se vacunó ayer, cuando le tocaba), Salud Pública y los ayuntamientos. Algunos problemas surgidos son entendibles... pero otros no. Menudo lío se está montando con las vacunas.

He estado animando desde el primer día a confiar en la ciencia. Considero que las vacunas son seguras y los inconvenientes que están surgiendo no pueden distraernos de que van a ser la solución, como lo han sido en tantas otras enfermedades que ni recordamos y que en el pasado causaron miles de muertes. Seguramente hay que mejorar algunas cuestiones y confirmar otras, pero creo que detrás de estas últimas dudas, paralizaciones y divagaciones hay, probablemente, intereses económicos, malas prácticas empresariales y políticas e incluso mafias y otros grupos de interés poco lícitos.

Poco podemos hacer ahora mismo frente a todo ello. Pero desde luego, debe servirnos para cambiar la forma de abordar la salud mundial y las amenazas a nuestro modo de vida.

No es lógico que en el siglo XXI las autoridades sanitarias estén recomendando y citando a la gente a acudir a vacunarse y con el brazo fuera se ordene la paralización para ver si esa vacuna “es segura o no lo es”. No se entiende que en un país se diga que sí, en otro que no y en un tercero si pero no, a este grupo se le pone y los que ya se les puso no. Se dice que hacen falta dos dosis y luego que con una sobra.

Incluso los más convencidos en todo este proceso acabamos dudando y pensando que hay alguien que está jugando con todos nosotros. ¿En manos de quién estamos? Me sale la conspiranoica que todos, antes o después, llevamos dentro. Lo siento.

Lo que estamos viviendo obliga a decisiones ágiles, a acortar plazos y a poner en la balanza los pros y contras y decidir en consecuencia.

Pero llegados a este punto, quizá sea el momento de pedir algo de sosiego, menos precipitación y cierta coherencia. Y todo ello añadiendo mucha pedagogía y transparencia, que ya he contado muchas veces que no es precisamente algo que caracterice a los laboratorios de las farmacéuticas ni las relaciones económicas y contractuales que han actuado en la “operación vacunas”. Ayer comentaba con otras personas si aprenderemos de esto y da pena decirlo pero la mayoría dijimos que seguramente no.

Y mientras, seguimos viendo como la llegada del mensaje o esa llamada telefónica que le está indicando a mucha gente fecha y hora para vacunarse se convierte en un cúmulo de sensaciones entre alegría, satisfacción, esperanza pero también incertidumbre. En Elche se sigue vacunando en los centros de salud y en el Polideportivo del Toscar, con una organización de 10 y un ambiente realmente de alegría y trabajo bien hecho.

La Institución Ferial Alicantina lleva más de una semana preparada como si fuera un apartamento “para entrar a vivir” al que solo le faltan las vacunas y la gente.

Y todo ello a la espera de que la cuarta ola no levante en Elche más que un mal día en Playa Lisa y nos acerquemos al verano cargados de optimismo y podamos empezar a trabajar en serio en la recuperación económica porque habremos superado la emergencia sanitaria.

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