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la yoyoba / OPINIÓN

Un monumento para La Manada

17/11/2017 - 

El sueño de cualquier mujer es que nos violen en manada. No uno ni dos ni tres ni cuatro, sino cinco. Y todos a la vez. Eso lo sabe cualquiera que conozca mínimamente cómo funciona el deseo femenino. Somos insaciables en la cama, en la era o en cualquier triste portal. Para darnos lo nuestro no tenemos bastante con un solo rabo por muy habilidoso que sea. Lo pregonan todas las pelis pornos con las que los fuckers aprenden, a modo de tutorial, cómo saciar a una auténtica hembra. Nos lo comemos todo. A cualquier hora. Llevamos el clítoris en la garganta, como Linda Lovelace, a quien consideramos nuestra musa, la maestra a la que quermos emular. No necesitamos ni respirar porque la pasión nos devora. Como fieras que somos, ojalá tuviéramos más de una boca para realizar varias felaciones simultáneas que es lo nos gusta de verdad. Adoratrices de falos. Eso es lo que somos. Arrodilladas ante esos altares púbicos donde se yerguen los objetos de nuestras pasiones más íntimas, la más inconfesables.

Demos las gracias por los efluvios que se desprenden de las entrepiernas masculinas tras una noche de borrachera y después de haber meado por todas las esquinas. Bendigamos a nuestro señor por los alimentos recibidos. Por esas dosis de esperma que siempre nos saben a poco y que nos dejan la piel como una seda. Venga, ahora otro. Con sabor a cocacola, si es posible, que los de cerveza ya los hemos catado. Hagan cola señores, pero no se desesperen que hay para todos. Mientras les toca su turno pueden ir explorando otras vías alternativas. La vaginal y la rectal son más innacesibles pero ya hacemos nosotras un buen escorzo para que nos penetren por delante y por detrás. No saben la gozada que es sentirse taponada por todos los orificios corporales. Tendríamos que pagar por ello. Cuando se lo contemos a nuestras amigas no se van a creer la suerte que hemos tenido. Cinco tiarrones como cinco soles desviviéndose por ponermos mirando a Cuenca.

Deberíamos inmortalizar la proeza de estos seres abnegados para poder demostrar que no fue un sueño. Que alguien nos grabe un video, por favor. Vamos a ser la envidia de España. Pasarán años antes de que volvamos a experimentar una sensación parecida porque la mayoría de los maromos con los que vamos son unos blandengues que se entretienen en minucias. Que si un besito por aquí, que si una caricia por allá. Vamos, que se distraen con los preámbulos intentando seducirnos al ralentí cuando a nosotras lo que nos pone de verdad es meter la quinta. Qué desperdicio de tiempo. Y encima nos racionan el fornicio y nos quieren en exclusiva para ellos solos. Qué falta de productividad sexual, con lo multiorgásmicas que somos. Cuando ellos se van, nosotras ya hemos ido y vuelto varias veces. Si no lo hacemos más es porque estamos desentrenadas,  que por capacidades no será. No lo decimos nosotras. Lo dicen en el forocoches.

Así que, ustedes me perdonarán si no me sumo a la lapidación colectiva que están sufriendo esos pobres chicos que se juegan su libertad por haber hecho pasar a una adolescente el mejor rato de su vida. Pues claro que era sexo consentido, ¿quién podría negarse a un festín carnal como ese? Quienes lo critican no saben lo que se pierden. Un monumento tendrían que hacerles a estos de La Manada. Por machos y por generosos. Si acaso, solo les pongo un pero. Llevarse el teléfono. Eso no se hace. Caca. 

@layoyoba

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