El protagonista de esta crónica es otro gran Alfonso. La semana pasada mencioné uno que ya podría tener en Alicante una calle, avenida o plaza, aunque fuera sólo por lo mucho que visitó y que hizo por esta ciudad. Así se lo he dicho al Alcalde de Alicante, espero que no caiga en saco roto.
El Alfonso de la crónica de hoy tiene una avenida, y muy concurrida por cierto. Aportó mucho en la historia antigua de Alicante. Conquistó el castillo de Santa Bárbara, llamado así desde entonces. Supongo que ya sabe que me refiero a Alfonso X el sabio. Hace unos días fue el 800 aniversario de su nacimiento. Nada menos. Concretamente, el 23 de noviembre. Nació en Toledo en 1221 y falleció en Sevilla en 1284. Fue un gran Rey, además de estadista, guerrero, escritor, jurista, astrónomo… Y por serlo lo celebro en esta crónica, siendo el libertador de los moros en Alicante, además de muchas más cosas. Ahora cito algunas.
Alfonso X venció y echó a los moros del castillo. Dio a los alicantinos el mismo rango y fuero que concedió a sus súbditos de ciudades tan importantes como Córdoba. Les evitó pagar impuestos, mire sino la traducción que hizo Mª Luisa Cabanes Catalá, Catedrática de Ciencias y Técnicas Historiográficas de la Universidad de Alicante, sobre los Privilegios que este Rey dio a Alicante eximiendo a sus habitantes del pago de los impuestos de caza, pescado, añadiendo que “mandamos que la ventena et la dezena que les solían tomar los alcaldes por razón de las entregas que les fazían, que las non tomen de aquí adelante por siempre jamás”.
A su vez, amplió el puerto de Alicante, lo designó Puerto de Castilla, y le dio mucha importancia estratégica y para el tránsito de mercancías. Legisló leyes. Hizo de esta ciudad su lugar de reposo en donde su mujer la Reina Doña Violante dio continuidad a la Monarquía con el nacimiento de algunos de sus hijos. El Pla del Bon Repós es el origen de uno de los barrios de la ciudad. Fue experto jugador de ajedrez, imagínelo jugando contra alguno de sus consejeros bajo su tienda ubicada en la falda del monte benacantil, frente al mar. Tenía conocimiento y formación para serlo. Escribió el “Libro de los Juegos Diversos de Axedrez, dados y tablas” (1283), un manuscrito de 98 folios de pergamino con 150 miniaturas ilustradas a color. Un extraordinario trabajo de recopilación de todo lo que entonces se sabía de estos juegos, bebiendo de las fuentes árabes.
Que hoy recordemos en positivo a Alfonso X es fruto del legado que nos dejó. Vea. Siendo príncipe, a las órdenes de su padre el Rey Fernando III el Santo de Castilla, conquistó el castillo de Alicante y echó a los moros. Claro que echarlos es mucho decir. Lo que hizo fue conquistar la ciudad el 4 de diciembre de 1248. Otro reciente aniversario para celebrar.
¿Qué se encontró Don Alfonso, una férrea resistencia o una claudicación sin más? Para algunos historiadores, primó el miedo de los moros. El ejército cristiano era muy numeroso, adiestrado y con ganas de conquista. Ante la presión cristiana, los moros se rindieron, sin enfrentamiento armado de consideración según menciona el Cronista Francisco Figueras Pacheco en su libro “Alicante bajo los reyes de Castilla”.
No todos los cronistas e historiadores opinan lo mismo. Se lo cuento ahora. Por su parte, el Cronista Bendicho afirmó -con anterioridad- que hubo enfrentamiento armado. Manifestó que “… los moros infieles en su trato y palabra que vivían en Alicante se rebelaron en el año 1246, por lo cual Don Alfonso, que ya era yerno de Don Jaime, vino a esta ciudad con ejército en 1248 y de nuevo les conquistó y absolutamente desterró de Alicante, y luego trató juntamente con la Reina Doña Violante de poblarla de cristianos viejos con singular cuidado”. Ya ve lo que nos cuenta, que los moros de aquí no aceptaron la protección de la Corona de Castilla de los árabes de Murcia o de Granada, ni de ellos mismos, por lo que fue necesario conquistarlos de forma definitiva.
De esta opinión es Juan Manuel Del Estal Gutiérrez, Doctor de Historia Medieval de la Universidad alicantina, que manifestó en “Historia de la Ciudad de Alicante. Edad Media Cristiana” que “la ciudad musulmana de Alicante no aceptó las estipulaciones del Pacto de Alcaraz y su gobernador o rais Zayyán ibn Mardanis rechazó el vasallaje a Castilla, desechando el convenido protectorado castellano”. Sigue diciendo que “todo esto entrañaba la insumisión y declaración de guerra a la Corona de Castilla por parte del gobernador islámico de Alicante, y la ocupación del castillo y núcleo urbano alicantino hubo de traducirse en un prolongado hecho de armas del Infante D. Alfonso”. Ampara esta afirmación en la narración de la Crónica General del propio monarca castellano.
Alfonso X tomó la ciudad, incluso permitió inicialmente a los moros vivir en la medina y mantener su religión. Lo hizo por pura necesidad para evitar la despoblación al no poder sustituirlos a todos por cristianos de Castilla. Necesitaba de esa mano de obra musulmán, que siguiera dedicándose a tareas artesanas y a las labores del campo. Esto lo dice también Jorge Payá, Dr. en Derecho por la Universidad de Alicante al afirmar que “no se expulsó a los musulmanes” y que siendo Don Alfonso ya Rey (1252), “los consideraba especialmente protegidos de la Corona”.
Los moros vivían en la parte más alta de la ciudad hacia la Villa-vieja, a los pies del castillo, “por el sur hasta los alrededores de la playa del Postiguet, por el Este hasta el Arrabal Roix. El muro del pueblo árabe estaba muy cerca de la puerta Ferrisa”, en palabras del Cronista Viravens.
No hicieron falta las armas para someter a los moros durante ese periodo de tiempo en una muestra clara de tolerancia mutua entre ciudadanos de religiones monoteístas distintas, como sí fue necesario unos años y siglos después. Pero esa es otra crónica que quizá les cuente otro día.