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Un Baleària en Torrevieja 

30/01/2022 - 

Hace dos meses, el Cátedra Germán Bernácer  de la Universidad de Alicante reunió a tres importantes empresarios de la Vega Baja para abordar y poner sobre la mesa las necesidades de la comarca y, al mismo tiempo, lograr esas inversiones necesarios que haga de esa tierra -y cualquiera- un espacio competitivo. Los tres empresarios, que eran Francisco Marcos -propietario del principal grupo de concesionarios de coches de la Comunitat-; Enrique Riquelme -impulsor del proyecto de reordenación  del Puerto de Torrevieja y Manuel Ruiz Escudero, presidente de Caja Rural Central, la única entidad financiera que queda junto a Caixa Ontinyent, coincidieron -algunos con más humor que otros- en la necesidad, a su vez, de ser influyentes, de estar en los órganos y foros adecuados para aprovechar las oportunidades que ofrece el mercado o la propia administración y lograr inversiones para su comarca.

Y en ese sentido, podemos decir que los empresarios más importantes de la Vega Baja han sabido estar en los foros más importantes. Otra cosa diferente es sí han conseguido estar en la pomada de las grandes decisiones de la Comunitat Valenciana. Pero sí que podríamos decir que algunos sí lo han aprovechado, incluso con más rapidez que otros, como los de Elche que se han incorporado más tarde a esos foros empresariales y por tanto, al conocimiento y participación de proyectos de colaboración público-privada.  

Al fin y al cabo, estar en AVE, la CEV o Ineca te permite, les permite, a los empresarios, saber cómo se mueve la administración e interpelar directamente con las personas que toman decisiones: transmitir reivindicaciones, quejas, lanzar mensajes, etc. Es lo que denomina la colaboración pública-privada, que suele concretarse en proyectos en los que la administración necesita de la empresa para poder llevar una actuación que más allá de una mera prestación de servicio básico. Construir a cambio de explotar; adelantar inversiones y explotarlas con riesgo y ventura. Este tipo de alianzas se han realizado toda la vida. Tienen una cosa buena, y es que tanto la inversión como los cánones -incluso los beneficios- suelen estar plasmados en un contrato y cada parte sabe sus obligaciones. El debate más grande lo generan cuando esas alianzas se dan en ámbitos como la sanidad y la educación. Ahí está el caso de los hospitales que tanta polvareda han levantado, pero que quizás ahora no estarían construidos de no ser por la colaboración público-privada. Otra cosa es la gestión. 

Vengo a decir esto por una conclusión de ese foro auspiciado por la Cátedra Germán Bernácer fue que la comarca de la Vega Baja debía recibir más inversiones públicas, lo cual no deja de ser una reivindicación lógica y normal. Yo añadiría -también lo dijo Enrique Riquelme- que hay mucho dinero anunciado -con motivo del Plan Vega Renhace-, pero que lo interesante sería que la ejecución fuera lo más rápida posible para que toda la voluntad fuera más visible.  

Pero más qué podría la administración por un territorio, a veces los empresarios a veces también deben preguntarse que pueden hacer ellos por un territorio. Hace una década, Adolfo Utor se fue a la Conselleria de Infraestructuras, en su día gestionada por Isabel Bonig, y le planteó que el Puerto de Dénia necesitaba una estación para que sus barcos con destino a la Baleares tuviera un puerto de atraque en condiciones y una estación digna, con todo tipo de servicios, para recibir a los pasajeros. Ese proyecto, que se concretó en lo que  se denomina Baleària Port, es hoy un claro caso de éxito y de funcionalidad para la capital de la Marina Alta. 


Hace menos tiempo, Enrique Riquelme también vio una oportunidad en el Puerto de Torrevieja. Este sábado, varios años después de muchos trámites, ha visto como su iniciativa, otro ejemplo de colaboración público-privada, comienza a ver la luz para transformar una explanada portuaria lúgubre, como era la de Torrevieja, en un proyecto atractivo, que dará valor a la ciudad y que además lo hará con el tamiz de la administración, sin tener que ser algo agresivo y lesivo para la fachada urbana de Torrevieja. Las palabras que el empresario dedicó a determinados políticos habla mucho en favor del proyecto y de cómo se ha gestado.

El suyo, como el de Adolfo Utor, en su día es una apuesta por el territorio, es un ejemplo de que la colaboración público-privada puede surgir también de la mano de la iniciativa empresarial. Y una modesta lección de que a veces los empresarios también contribuir a que las inversiones lleguen a una determinada zona sin esperar a los presupuestos ni a los gobiernos de turno.

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