VALL DE GALLINERA. La falta de rentabilidad, la escasez de ayudas y los repetidos temporales de primavera que dañan la cereza han hecho mella en la zona de la Marina Alta donde se cultiva esta preciada fruta. En sólo cinco años, un 30% de los productores, propietarios de pequeñas parcelas en su mayoría, han abandonado su labor y han dejado perder sus campos.
La cifra es clara y revela que quienes producen la fruta, y hacen frente a innumerables gastos durante todo el año (luz o tratamientos fitosanitarios, por ejemplo), son aquellos que más sufren ante los vaivenes de los mercados y de los fenómenos atmosféricos.
De hecho la situación se “ha vuelto insostenible” en cuestión de tres años, como apuntó María de los Ángeles de las Heras, técnico de la Cooperativa Cireres Muntanya d’Alacant, situada en Alpatró en la Vall de Gallinera. Esta entidad une desde 1984 a los pequeños productores de la Vall de Gallinera, la Vall d’Alcalà, la Vall d’Ebo y la Vall de Laguar, entre otras pequeñas localidades.
“En cinco años un 30% de los propietarios han abandonado la producción. Es una fruta delicada a la que los daños de los temporales de primavera afecta mucho y eso se ha visto en las últimas temporadas”, precisó.
En ese sentido, añadió que la jornada de lluvias del 23 de mayo “fue la puntilla” para la campaña de recogida de la cereza de este año. “En la primera quincena de junio finalizó la temporada, una más donde la producción ha estado bajo mínimos”, agregó.
Cereza dañada en uno de los temporales.
Los meses clave de la cereza son marzo, con la floración; abril, con el cuajado de la fruta, y mayo, con la recogida, que se extiende durante los primeros días de junio. “Estos tres años han sido muy malos. La campaña ha acabado habiendo recogido sólo el 7% de la producción total, es un desastre”, precisó.
Por todo ello, los productores van dejando sus campos: “Hay que tener en cuenta que son familias que no quieren dejar perder sus terrenos, pero que se cansan de estar poniendo dinero cada año para ver como la fruta acaba dañada cuando llega el momento de recogerla”.
De hecho, el último año bueno que se recuerda es 2018, cuando se contabilizó un millón de kilos de cereza. A partir de ahí llegó el desastre. En 2019 sólo se recogió el 30% de la producción, en 2020, el 30, y este 2021 el 7%.
La situación es muy complicada y De las Heras dijo que es necesaria la ayuda de las administraciones para poder sostener este cultivo que da un “aspecto especial a les Valls” y que atrae a visitantes tanto en la floración primaveral como en otoño, con el cambio de color de las hojas, del rojo al amarillo.
La cereza es algo más que un cultivo, es una estampa en Les Valls que se convierte en un fenómeno turístico. Precisamente sobre este aspecto habló el alcalde de la Vall de Gallinera, Ignasi Mora, quien dijo que todo “puede cambiar en cuestión de unos años si no se toman medidas de protección urgentes”.
“El cultivo de la cereza mantiene vivos estos pueblos, es una forma de luchar contra la despoblación. Si cae la cereza habrá un efecto dominó: cada vez habrá menos vecinos, cambiará la imagen de nuestras montañas y dejará de ser un reclamo turístico”, aseguró.
Por todo ello reclamó ayudas directas al sector: “Es necesario que se proteja este cultivo. Tenemos la zona donde antes se producen las cerezas y que atrae a visitantes para ver nuestros parajes. Hay que conservarlo”.
“Los agricultores hacen un servicio a la sociedad, el sector primario es el que aguanta Les Valls, si todos van dejando su labor será un desastre”, apostilló el alcalde de la Vall de Gallinera. El edil recordó que toda esta zona de la Marina Alta está dentro del programa Avant para evitar la despoblación, por lo que exigió la actuación inmediata de la Generalitat para revertir esta situación.
Por otra parte, De las Heras añadió que los costes que afrontan los agricultores son excesivos: “No puede ser que un tractor pague el mismo IVA que un coche de lujo, es un vehículo para trabajar y generar economía; son estos aspectos los que hay que revisar para ayudar a los pequeños propietarios”.
Las parcelas donde se cultiva cereza están generalmente en una pendiente superior al 8%, en faldas de montaña, lo que eleva los costes, de riego o de recogida. Otro de los aspectos que denuncian desde la Cooperativa Cireres Muntanya d’Alacant es la desatención en materia de infraestructuras.
“Los accesos a estos municipios no son buenos, hay que mejorarlos y nadie actúa. Hay que ayudar a la cereza o la estampa de les Valls será otra en sólo unos años: ruina para propietarios y parcelas abandonadas”, concluyó.