Llevo días refugiado en la música, ya verán de quién, y dolorido por la reciente ausencia de un ser querido. Ya sé que la muerte no es el final, pero su presencia era tan esencial que su marcha se me hace insoportable. Muchos me dicen que ella, mi madre, querría que yo siguiera adelante. Tienen razón, en eso estoy, reconstruyendo mi vida y guardando en mi memoria - como un tesoro - los buenos momentos vividos juntos.
En una de nuestras últimas conversaciones hablamos de la sierra Aitana, esa que se recorta sobre la bahía desde su ventana y que se viste de blanco algunos días de invierno. Esa que pintó en sus lienzos. Y con la Aitana, el valle de Guadalest donde tantas veces fuimos con ella de niños. Con mis padres. Y con ese valle, Polop y la torre de su iglesia que escala el cielo para encontrarse con Dios y ser más alta que lo que fue su castillo, la costa mediterránea y las playas. Y Alicante. Verán que hago el recorrido al revés, desde el recuerdo, refugiándome en esa memoria imborrable que vuelve a casa, al calor del hogar, para reconfortarme con los míos - familiares y amigos -, con los que me quieren y nos queremos de verdad. Sin intereses. Y sin tonterías.
En esa conversación hablamos de Oscar Esplá (5 agosto 1886-6 enero 1976), y de su Sinfonía “Aitana”, al recorrer nosotros como él aquellos terruños de esa sierra y dejarnos embriagar por esos paisajes. Comentamos anécdotas relacionadas con este célebre compositor alicantino, de sus tertulias cerca de El Molí en Benimantell, de sus paseos por senderos y veredas, sus encuentros frente al Castell de Guadalest con el pintor Emilio Varela, el escritor Gabriel Miró, el arquitecto José Vidal, el economista Germán Bernacer,… Y tantos otros que se sumaban a estas conversaciones. En casa, mis padres hablaban de Oscar Esplá. Se sentían privilegiados al poder visitarlo en su residencia de verano que estaba cerca de nuestra casa y hablar con él de lo que más les unía: la música, de sus sinfonías y sus sonatas. Cuando yo conocí a Oscar Esplá me causó una buena impresión - aunque tuviera ese porte altanero y orgulloso -. En uno de ellos, el día no acompañaba. Nublado, frío, esperábamos en la calle a que llegara el Alcalde de la ciudad para inaugurar la avenida que lleva su nombre (años 60), diseñando el pavimento del paseo central otro artista alicantino: Eusebio Sempere. Éramos un pequeño grupo de personas, algunos socios fundadores de la Sociedad de Conciertos de Alicante, entre ellos mis padres, y miembros de sus familias. A pesar de mi abrigo, yo estaba helado (soy friolero, que le vamos a hacer). Oscar Esplá se dio cuenta, se acercó a mí, cogió una de mis manos y se la metió en uno de los bolsillos de su abrigo para darme calor. Un gran gesto de un genio para un niño tirititando de frío. También de emoción, era un día importante. Esplá tenía una sensibilidad especial hacia la infancia. Lo dejó escrito en su “Poema de niños”. Merece que les diga algo más de este poema sinfónico pero dejen que termine con la narración de la inauguración mencionada y luego se lo cuento. Al terminar ese acto, mi padre le dijo “Maestro, estará contento. Esta avenida será una de las arterias más importantes de la ciudad”. Y Oscar Esplá contestó “Sí, muy contento, pero yo no lo veré”. Ese día la avenida estaba un poco desangelada, es cierto, ya que más allá del asfalto y de las aceras había unos pocos edificios construidos, quedaban en pie algunos almacenes de mercancías y muchos solares - colindantes unos con otros - estaban vacíos. Y efectivamente, hoy es una de las avenidas principales y más concurridas de Alicante.
Volviendo con “Poema de niños”, como les he prometido, les cuento: tiene cinco partes: “Innovación, Juego misterioso, Los sueños de bebé, Cuentos de Hadas y Vals de los magos”. Se estrenó en el Teatro Real de Madrid el 26 de abril de 1914 a cargo de la Orquesta Sinfónica de la Capital de España dirigida por Enrique Fernández Arbós. El programa de ese día incluía, además, obras de Haydin, Beethovent, Bach y Richard Strauss. Fue un rotundo éxito, igual que la obra sinfónica “El sueño de Eros” del año anterior, estrenada también en el Teatro Real de Madrid, escrito sobre un poema del escritor alicantino Gabriel Miró. Estas obras estaban precedidas por el éxito de la “Suite en la bemol” que fue premiada en Viena en el Concurso Internacional de la Sociedad de Música Austríaca (1910). El periódico madrileño El Imparcial manifestó de “Poema de Niños” que “reúne un encanto misterioso en las figuras infantiles que comenta, tanto cuando narra leyendas azules al lado del fuego como cuando agota los recursos de la feerie musical - metal con sordina, platillos, triángulo - para describir una fiesta de magos, o cuando medita con suave emoción ante una cuna donde bebé sueña sus visiones vagas y luminosas. Oscar Esplá se muestra un maestro consumado en Poema de niños”. El crítico del Heraldo de Madrid reprodujo en su crónica unas palabras del maestro Arbós en el que manifestó que “es la mejor obra sinfónica que ha escrito un músico español”. Ya ven, para admirar.
En Alicante se hizo eco de este éxito el periódico El Liberal el 27 de abril de ese año, titulando la noticia con “Triunfo de un alicantino” en el que comentó el éxito de Esplá, el entusiasmo con la obra y - sobre todo - con “A los sueños de bebé” que se repitió - dice el periódico - al final del concierto. Otras publicaciones recogieron este éxito, como la Revista Musical Hispano Americana en su edición de abril de 1914. “Poema de niños” fue escuchado en provincias a través de la Orquesta Sinfónica de Madrid repitiéndose aplausos y parabienes a favor del joven compositor Oscar Esplá, admirando su talento y augurando un gran futuro musical.
Este éxito en la Capital de España despertó en su ciudad natal el entusiasmo y la admiración de sus vecinos. Con este clamor popular, el concejal Orts pidió que el Ayuntamiento de Alicante le declarase “Hijo Preclaro”, que la Banda Municipal lo festejara ese día y que se organizara una verbena popular para que el pueblo participara de esta celebración. El concejal Guardiola estuvo de acuerdo pero solicitó la conformidad del Alcalde y que se organizase una Comisión para organizarlo, en su caso. Esta Comisión la constituyeron los concejales Orts, Guardiola, Herrero y Soto. El Cabildo decidió afirmativamente lo propuesto por Orts el 8 de mayo de 1914 siendo Ramón Campos Puig el Alcalde de la ciudad. Acordaron que se haría este reconocimiento cuando se estrenase en Alicante el “Poema de Niños” con presencia de Oscar Esplá.
El esperado estreno de “Poema de Niños” fue el 8 de junio de 1914 en el Teatro Principal de Alicante, ante el alcalde de la ciudad, y con el patio de butacas lleno a rebosar de alicantinos, aprovechando este acto para homenajear a Esplá por el éxito conseguido con sus obras. Oscar Esplá tenía 28 años de edad y un futuro muy prometedor.
Oscar Esplá es contemporáneo de Manuel de Falla y uno de los músicos españoles más importantes del siglo XX. Y por serlo, echo en falta que en el repertorio de los conciertos de las muchas orquestas que interpretan música en Alicante no haya obras de Esplá, ni siquiera a través de las orquestas de la ciudad que son muchas.
Tanto hay que contar de Oscar Esplá, de su exilio, de su regreso a España y, sobre todo de su obra, que prometo volver a escribir sobre este personaje que alegra, que inspira, que me sosiega con sus melodías las emociones de estos últimos días. Es música para liderar muchos otros momentos y le invito a escucharla. En el canal Youtube encontrará la reproducción de muchas de sus obras. No tienen excusa y ahora tienen mucho tiempo para escucharla, si quieren, con el confinamiento por el coronavirus. Le ayudarán a pasar estos días, como me han ayudado a mí. Que así sea.