En los últimos años, si algo ha caracterizado al Ayuntamiento de Alicante es la controversia y la escalada de escándalos e intranquilidad. Y es que el Ayuntamiento de Alicante no deja de sorprendernos constantemente. Cuando parece que no te puede sorprender más, aparece algo que te impacta de nuevo. Los ejemplos son muchos: corruptelas, fraccionamientos de contratos, peleas en los pasillos, peleas en Twitter, escuchas, micrófonos, tweets injuriosos de concejales, fiestas de pijamas con empresarios, investiduras sospechosas, mociones de censura etc, etc...
De hecho, las sorpresas son tan escandalosas que en muchos casos terminan siendo centro de interés de los medios nacionales. Pues el Ayuntamiento de Alicante al contrario que su mar, es un mar revuelto en el que hace falta ya una época de aguas calmadas. Una época donde Alicante cope los telediarios y las noticias de los medios nacionales por cuestiones positivas para la ciudad.
Una de esas sorpresas convertidas en chasco es la aparición de dos tránsfugas en un mismo mandato. Y es que a toda la podredumbre que asola al Ayuntamiento hay que sumarle la aparición de estos dos tránsfugas que han secuestrado el Ayuntamiento de Alicante en términos políticos.
Es inadmisible que una ciudad de más de 350.000 habitantes dependa de dos tránsfugas y que la cuarta provincia en número de habitantes de España este subordinado a un tránsfuga, ahondando en el cortijo de colocación y caciquismo que hay en las diputaciones, motivo por el que Cs las quiere suprimir. Estas dos personas no representan a nadie más que a sí mismas y son muchas las cuestiones importantes de la ciudad, como el urbanismo, el catálogo de protecciones, los presupuestos, el artículo 95 para la llegada de Ikea, etc.,etc... que han pasado o han dependido del capricho más o menos fortuito de estos dos tránsfugas. Hasta el punto en el que han sido decisivos a la hora de designar un alcalde y han cambiado el rumbo de la legislatura de forma abrupta.
Pues la concejala Nerea Belmonte que se había presentado por la coalición Guanyar Alacant (debido a su militancia en Podemos Alicante) después de ser relegada al grupo de los no adscritos permitió con su abstención, el pasado mes de abril, que un partido opuesto a sus ideas iniciales (como es el Partido Popular) ahora gobierne en Alicante. Fue la actriz principal de una investidura teatral cargada de sospechas por un posible compra de voto; una obra teatral bajo la atenta mirada de la Justicia. La señora Nerea Belmonte ha pasado de desfilar por la Fashion Week a desfilar por los juzgados.
Por otro lado, tenemos al concejal Fernando Sepulcre que anda desbocado, sintiéndose el rey y como dijo Pep Guardiola a Mourinho, sintiéndose el "puto amo" de la Diputación, donde anda paseándose por ella como un actor de Hollywood con sus respectivas giras constantes al extranjero. Un pseudoactor elevado a categoría de actor principal por la interesada caridad del Partido Popular que hace del Pacto Antitransfuguismo papel mojado. Aunque parece que el actor ha encontrado nueva productora en Contigo. Dos concejales, un mismo destino: apoderarse de las instituciones y secuestrarlas políticamente hablando.
Pero realmente hay que hacer auto-crítica, la culpa de que dos tránsfugas sean decisivos es por el consentimiento de los partidos políticos, ante la falta de cintura y de transversabilidad política, porque realmente hay votos suficientes para sacar las propuestas importantes adelante sin la dependencia de estos dos ediles.
Pero para ello es importante articular un proyecto transversal apelando a la centralidad política, porque realmente la suma de PP, PSOE y Ciudadanos es la más representativa de la ciudad y la opción con más apoyo popular y que más concejales tiene. Desgraciadamente esta alternativa queda descartada ante la imposibilidad de meter en la misma ecuación al PP y al PSOE que siguen con su confrontación obsoleta, sobre todo por parte del PSOE que prefiere, en el ámbito nacional, tener de aliado a Iglesias y a Torra. Esperemos que esa guerra fría entre los dos viejos partidos acabe en algún momento por el bien de la gobernabilidad y que España no dependa ni de tránsfugas, ni de populistas, ni de nacionalistas. El futuro de este país pasa por el entendimiento de las fuerzas constitucionalistas y eso tiene que repercutir en cascada también a los ayuntamientos. Eso permitiría que ciudades grandes como Alicante no dependan nunca más de los tránsfugas. Hay que aprender de los errores.