vals para hormigas / OPINIÓN

Todo se desborda

18/04/2018 - 

Todo se desborda. Crece el Ebro y se desborda. Se revisan los currículos de los políticos y las apariencias se desbordan. A los dirigentes de Torrevieja se les desborda el capitán Cook que llevan dentro y cualquier día arribará a puerto un alcalde desde la cofa del Pascual Flores, como Jack Sparrow. Al concejal tránsfuga de Alicante Fernando Sepulcre le supuran la política y el ego por los poros y, claro, se produce el desborde. Es una de las condiciones esenciales de esta primavera revuelta como edad del pavo, a la que le sobran un par de hilachas del primer invierno de nuestras vidas y a la que el frío, el viento y el mal gesto se le desbordan. Pedir a estas alturas un poco de contención es como sembrar en lava. Los datos privados de los usuarios de redes sociales se desbordan más allá de los límites de la legalidad. A los líderes mundiales de todos los países les desborda algo así como el miedo de que no les volvamos a votar, con lo que andan todos sacando pecho para ver quién tiene la cabeza más alejada de los pies. En España se nos desborda Cataluña por el Golfo de Rosas, también la indignación de los jubilados. Y, como de costumbre, los servicios sociales, incluidos los juzgados de primera instancia, andan desbordados.

Visto lo visto, quizá lo más fácil de solucionar sea lo del Ebro, quién lo iba a decir. Al final, se trata de esperar con paciencia y resignación a que el agua baje y los afectados sean capaces de contabilizar los daños, mientras las diferentes autonomías emiten sus veredictos técnicos acerca de lo que se debería hacer con tanta agua. Es un fenómeno que se repite cada año, da igual la altitud que alcancen los cauces. Y, efectivamente, es un asunto que merece una revisión a fondo, meritocrática y científica, a ser posible. Porque mientras sigamos los de secano con el ceño fruncido y los de regadío con el puño cerrado, no solucionaremos nada. Como con la financiación autonómica, la presencia del catalán en las aulas, el reajuste de las leyes referentes a los partidos políticos y otros partidos de tenis en los que a veces servimos al saque y otras veces nos defendemos al resto. Y siempre en el mismo frontón. Da la impresión de que hay asuntos que jamás se van a resolver y el empecinamiento de quienes nunca han sido capaces de liderar un diálogo acaba por desbordarnos. También. Francamente.

Por otra parte, lo más difícil de resolver será lo de Sepulcre, por casi todo lo arriba indicado y porque, en cierta medida, depende de la minuta de un psicólogo que no estamos dispuestos a pagar. Mañana tendría que alargarse el día en el Ayuntamiento de Alicante, como sucedió en Normandía tras el desembarco, para que el viernes amaneciéramos con alguien en el despacho del administrador de la finca, es decir, la Alcaldía, que siempre viene bien cuando se estropean los cuadros de luces o hay que repartir la derrama. Pero al edil no adscrito, por utilizar el pulcro lenguaje de las agencias, le viene mejor apagar todos los semáforos hasta que alguien le nombre alcaldable. O le deje un volante. Y una palanca de cambios. Y un coche. Todo aquello que perdió cuando traicionó la confianza de sus votantes y que tan alegremente suelen permitir todos los parlamentos patrios, por si las moscas o por si te pillan con el currículo desbordado de Photoshop. Cuenta el concejal que se ha leído el reglamento y las sentencias favorables y que nada le impide postularse al cargo. Al que sea, porque en el fondo le da lo mismo. No estaría de más que, cuando tenga tiempo, se enfrasque en algún manual de ética, siquiera política. Más que nada porque es de las pocas cosas que hay en el mundo que nunca se desbordan.

@Faroimpostor