Recuerdo una conversación con un buen amigo la noche de las elecciones de diciembre. Intentábamos hacer pronósticos de lo que pasaría en España.
Yo apostaba por un pacto PSOE-Podemos. Vaticinaba que Pedro Sánchez le ofrecería a Iglesias la vicepresidencia, y a los nacionalistas su ansiado referéndum. Dado que dicho plebiscito es manifiestamente anticonstitucional, Sánchez (siendo ya presidente) podría luego ampararse en el TC para echarse atrás.
Mi amigo tenía una predicción aún más divertida. Pronosticaba que el bloqueo se solucionaría con ‘la fórmula de la próstata’. Es decir, un grupo de diputados socialistas se irían estratégicamente al servicio durante la votación para que los números le cuadrasen a Rajoy.
Como hoy ya sabemos, nos equivocamos ambos (aunque creo que él se acercó más). No obstante, para zanjar la charla me soltó una frase que se me quedó grabada desde entonces: "David, si es que todo es posible con el PSOE".
Touché. No se me ocurre resumen mejor del pasado y presente del Partido Socialista español. Aquel que nació como marxista-republicano y antisistema, que luego apoyó a Primo de Rivera, que gobernó en la República, que aguantó en el exilio, que fue clave en la Transición, que trajo la sanidad universal, que nos metió en la OTAN prometiendo lo contrario, que volvió al poder gracias a una guerra en Irak, que rompió la barrera del matrimonio homosexual y que ahora le ha dado el poder al PP.
Y después de hacer todo eso, aún nos sigue sorprendiendo. Resulta que su secretario general quería ser presidente, pero como no ganó en las urnas, intentó pactar con las fuerzas menos votadas. Así pues, entonó durante 10 meses el famoso ‘No es no’ al único partido que le superaba, sin ni siquiera dignarse a negociar con él.
En estos diez meses hemos visto como normal que los partidos se votasen unos a otros. Y realmente no hay nada más antidemocrático que vetar a un partido electo
Durante este bloqueo, en España hemos visto como normal que los partidos se vetasen unos a otros. El PSOE vetó al PP, Podemos vetó a Ciudadanos y al PP, Ciudadanos vetó a Podemos, el PP vetó a Podemos…
Y realmente no hay nada más antidemocrático que vetar a un partido electo. La esencia de la democracia es llegar a acuerdos con el que piensa diferente. Cada partido representa a MILLONES DE PERSONAS y por tanto todos son aliados potenciales. Pero no lo entendían. O mejor dicho, no querían entenderlo. La solución pasaba porque a alguien le interesara que su propio partido cediera. Y así ocurrió.
Una mujer que ni se había presentado a las elecciones también quiso ser presidenta. Como necesitaba unos cuantos años para preparar su candidatura, organizó un auténtico golpe de estado interno para cortarle la cabeza al secretario general. En fin, que luego de 10 meses el “No es no” del PSOE se convirtió en un “Sí”.
Lo mejor ha sido la manera de justificarlo. El pobre Antonio Hernando (vaya papelón) ha intentado venderlo como una rectificación. Algo así como lo de la OTAN. Pero no buen Hernando. Porque vetar a un partido es equivocarse, sí. Pero prometerlo en la campaña y luego hacer lo contrario no es rectificar. Es equivocarse dos veces.
El PSOE esta vez se ha superado a sí mismo. No le ha hecho falta ni tan siquiera estar en el gobierno para llevar a cabo el que probablemente haya sido el mayor incumplimiento de su historia. La noche de la investidura volví a hablar con mi amigo. Me comentó que cree que el PSOE está sentenciado a la ruptura y al abismo.
Discrepo con él. Le recordé que este partido lleva 137 años sobreviviendo, que ha resistido a dictaduras y guerras, y que no me cabe duda que resurgirá por enésima vez de sus cenizas. Porque "todo es posible con el PSOE".