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tres períodos de la historia de la provincia de Alicante

El paralelismo entre Teodomiro de Orihuela, Al-Azraq de la montaña y los republicanos de Alicante

7/04/2023 - 

ALICANTE. Hay tres períodos de la historia de la provincia de Alicante, bien alejados en el tiempo, que guardan una sorprendente similitud al constituir los últimos bastiones de su época. Fueron los protagonizados por el godo Teodomiro (S. VIII), el visir Al-Azraq (XIII) y los republicanos alicantinos (S. XX).

El astuto noble godo

En el 713, dos años después del inicio de la invasión musulmana de la península ibérica que estaba dominada por los visigodos, la conquista se encontraba en una fase muy avanzada. Los árabes se apoderaban de los enclaves cristianos de dos formas: tratando de que capitulasen y estableciendo acuerdos de vasallaje o, si se negaban, recurriendo a la fuerza. Pero se toparon con una resistencia inesperada: Teodomiro de Orihuela, un noble soberano de un señorío que abarcaba buena parte de las actuales provincias de Murcia y Alicante. En realidad, era una suerte de reino, pues durante un tiempo fue el único rey cristiano que quedaba en Hispania.

La documentación sobre Teodomiro es escasa y con frecuencia contradictoria. Cuentan las crónicas que era un hombre culto, inteligente y buen militar como prueba el  hecho de que en el 702 comandó las fuerzas navales visigodas y reprimió a una flota bizantina en el puerto de Santa Pola, uno de los más importantes del litoral junto con el de Cartagena. El plan que Teodomiro concibió para oponerse al enemigo fue verdaderamente imaginativo: ordenó a las mujeres que se disfrazaran de hombres y que subieran a las murallas de su castillo en Orihuela para hacerle creer que sus huestes eran muy numerosas. Cabe señalar que este relato procedente de una fuente árabe es bien distinto del que recoge otra fuente también árabe. En cualquier caso, logró firmar un pacto muy favorable que establecía la autonomía de sus territorios con la única condición de que tributasen impuestos. 

Teodomiro falleció alrededor del 744 y su reino pasó a integrarse al Emirato dependiente de Damasco.

“El Azul” de la montaña

Desde el siglo XI, los valles del norte de la provincia de Alicante formaban una especie de estado taifa, feudatario del rey de Valencia, independiente y muy prestigioso. A principios de S. XIII, su gobierno corrió a cargo de Hudäyl al-Sähuir, consorte de una hermana del rey de Granada, y alrededor del 1213 tuvieron un hijo, Habu Abdala Ibn Hudäyl, que pronto se le llamó Al-Azraq, “el azul”, apodo que desde antiguo se ha interpretado como “el de los ojos azules”, aunque los historiadores dudan de esta explicación. Cuando murió su padre, sobre el año 1230, Al-Azraq tomó las riendas del estado y enseguida sus extraordinarias dotes y amplia cultura le valieron la estimación y la confianza del rey Jaime I y de Alfonso el Sabio, heredero del trono de Castilla.

En pleno avance cristiano, Jaime I y Al-Azraq firmaron un pacto en 1244 que poco duró. “El azul”, provocado por las continuas violaciones de lo acordado, se sublevó, y tras varios años de lucha fue derrotado y obligado a prestar vasallaje.  Años más tarde se rebeló de nuevo y también fue vencido, pero en esta ocasión fue desterrado a Granada. A finales de 1275 decidió enfrentarse por tercera vez a Jaime I y se dirigió a Alcoy al mando de tropas benimerines para cortar ese paso estratégico, clave para el avance de las fuerzas cristianas. Trató de tomar su castillo, pero perdió la vida y su ejército se retiró. (Este es el origen de las Fiestas de Moros y Cristianos).

Muerto Al-Azraq, Jaime I completó la conquista que había iniciado cuatro décadas atrás.

El último jirón de un sueño 

A finales de marzo de 1939, muchos republicanos —pretendiendo escapar de las represalias de Franco— se desplazaron a Alicante con la esperanza de exiliarse en los navíos que Francia y Reino Unido habían prometido al Gobierno de la República. Una vez en el puerto, se dieron cuenta de que esos barcos no llegaban y que se encontraban atracados el Stanbrook, un viejo carbonero de 70 m de eslora, y el Marítima, un navío tres veces mayor. (No existen fotografías de sus escalas en Alicante).

El Stanbrook estaba a la espera de una partida de naranjas, tabaco y azafrán; pero su capitán Archibald Dickson, ante la angustiosa situación que se vivía en puerto, decidió el 28 de marzo permitir el embarque de los más de 3.000 refugiados que se encontraban en el muelle, abandonado el valioso cargamento que acababa de llegar. Tras subir todos a bordo —quedando el puerto desierto—, zarpó a las 11 de la noche y arribó a Orán al atardecer del día siguiente. Unas horas más tarde partió el Marítima llevando únicamente a treinta pasajeros, todos líderes políticos con sus familias (esto fue motivo de polémica entre los republicanos).

A largo de los dos días posteriores continuó el aluvión de republicanos que se unieron a los miles de alicantinos que confiaban en el compromiso de las democracias europeas. El 30 de marzo, las tropas italianas entraron y se dirigieron al puerto, donde los acordonaron. 

Un día después, atracaron tres buques de guerra franquistas y su destacamento trasladó a las mujeres y los niños a los cines de la ciudad, que cumplieron la función de prisiones, y a los hombres al Campo de los Almendros, un improvisado campo de concentración a las faldas de la Serra Grossa

Sometido el último bastión republicano, el 1 de abril Franco emitió el comunicado que concluía de la siguiente forma: «han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado».

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