COCENTAINA. Amarse para sentirse amados. En este caso, por el planeta Tierra. Bajo esta máxima universal se mueven los hilos de Tangente de 90, moda sostenible y ecológica para ellas, premio dotado con dos mil euros a la Mejor Empresa en la VIII edición del Concurso de Empresas y Proyectos Empresariales Emprendedores de la Mancomunitat de l’Alcoià i el Comtat. "Me ha hecho mucha ilusión que reconozcan el esfuerzo en mi tierra". Al frente del pequeño negocio está Gemma Figuerola, natural del municipio de Cocentaina. Estudiante de Arquitectura Técnica, con la llegada implacable de la burbuja inmobiliaria, decidió comenzar aplicándose el cuento primero, reciclándose a ella misma. Decidió meterse de lleno en los estudios de moda en la EASD de Valencia, para ir cocinando, como ella dice, "a fuego lento", la empresa que dirige hoy en día y que con tanto cariño saca adelante.
"Desde muy jovencita, lo que es la moda, el diseño, me había atraído muchísimo por mi madre, que es diseñadora textil, y siempre había elaborado los estampados de edredones, sábanas, cortinas. Pensé que era la oportunidad de volver al origen y quitarme esa espinita". Desde que se lanzó en 2013, ha conseguido varios reconocimientos, al que se suma el último ya mencionado: el premio Emprendeaventur@, organizado también en este caso por la Mancomunitat de Municipis de l’Alcoià i el Comtat en colaboración con el CEEI y Jovempa, el reconocimiento a la mejor Startup Textil de la Cátedra AITEX-UPV y el 5UCV STARTUP en la categoría Junior, concedido por la Conselleria de Economía Sostenible en coordinación con las cinco universidades públicas valencianas, dentro del programa del Campus del Emprendimiento Innovador.
"O las empresas se suman al carro de la sostenibilidad, o irán al fracaso. El planeta es de todos. Si lo cuidas, te cuidas; y al revés". Gemma se define como una apasionada de la moda, amante de la naturaleza y defensora de las causas justas. Su marca aúna su principal objetivo. Tangente de noventa es una fórmula matemática que es igual a infinito. El logo de la empresa que viste a mujeres comprometidas con la sociedad y el planeta recoge las dos iniciales circunscritas en el famoso círculo tumbado. "Significa que la moda tiene dos partes: la técnica, más cuadriculada, de los tejidos que pasan por el laboratorio, el tema de tintes. Pero también la más bohemia, de inspiración y creatividad".
"O las empresas se suman al carro de la sostenibilidad, o irán al fracaso. El planeta es de todos"
En este sentido, la Ceo de Tangente de 90 reconoce que se avanza lentamente, pero con algunas novedades. "La estampación digital ha dado paso a que haya más diversidad de color en los tintes; hasta el momento eran muy neutros". Universe, la última colección de Tangente de 90, por supuesto, libre de cualquier tipo de químico, es una edición limitada hecha con algodón orgánico cien por cien y, no es casualidad, bautiza sus prendas con los nombres de los últimos planetas y estrellas que han sido descubiertos, como Rocinante, o Harriot. "Además de cuidar el planeta, cuida tu piel al máximo. Si usas plástico o poliéster reciclados, no dejas transpirar, y eso no favorece". Todo es apto para una segunda vida en Tangente de Noventa, que practica el concepto de economía circular, recuperando y volviendo a utilizar esos hilos en prendas, complementos y otros. "Depende del grado en que te los encuentres. Pero son todos estos residuos los que contaminan, soltando CO2, lo que provoca que el cambio climático vaya a marchas forzadas".
Queriendo cumplir a rajatabla con su proyecto, la empresaria empezó buscando empresas de kilómetro cero. "Intenté conseguir que todos los materiales, fornituras, acabados, vinieran de empresas que no se salieran de los cien kilómetros a la redonda". Pronto se dio cuenta de que hacía falta todavía un largo camino en la concienciación, y tuvo que irse más lejos, hasta Barcelona y Alemania, donde "hay más apoyo por parte de las instituciones", confiesa. No obstante, en la actualidad, Tangente de 90 centraliza su proceso de fabricación en Alcoy, con algunas tareas externalizadas en Albaida, como el marketing. "La compra del tejido, el patronaje y la confección se hacen allí. Yo quería que, desde el tema de proveedores hasta el final del producto, fuera local", insiste. "Es cierto que nos gustaría crecer, cuanto antes y rápidamente". En la carta del 'menú' de tejidos escoge, única y exclusivamente, productos naturales. La empresa tiene la sede en Cocentaina, donde trabajan tres personas, y que sirve de almacén. Pero no hay tienda física. "Tenemos nuestra web, nos movemos mucho por redes sociales, como Facebook e Instagram. Hacemos apariciones físicas, como en la feria de Cocentaina, como tienda pop-up, de corta duración". Mientras tanto, buscan hacerse un hueco en el Mercado de Tapineria de Valencia. "También estamos contactando con tiendas multimarca sostenibles; hay muy pocas que estén cien por cien adaptadas a la moda sostenible".
Gemma asegura que todos sus tejidos cumplen con los sellos de calidad en este sentido; desde la certificación europea GOTS (Global Organic Textil Standard) hasta el Oeko-tex estándar 100, avalada por el Instituto Tecnológico del Textil en la Comunidad Valenciana, Aitex, que evalúa el impacto ambiental de los materiales. "Vamos por detrás de Europa, también en moda sostenible femenina. El tema es el enfoque; la sostenibilidad todavía está muy dejada, no hay pautas". Ella ha querido, en cierto modo, 'transgredir', ir más allá de las famosas siete erres del consumidor ecológico; confeccionar ropa que realmente cuide el planeta, pero que, primero, nos cuide a nosotros, como reitera. "Destinamos el diez por ciento de mi nueva colección a la investigación I+D+i, junto a institutos tecnológicos, de materiales que sean biodegradables o compostables, ecológicos, buenos para nuestra piel. Y poder evitar eso de cortar la etiqueta y ya no saber ni qué es".
"La sostenibilidad no acota, es cosa de todos (...) todavía está muy dejada, no hay pautas"
Desde sus inicios, aquella shopping bag premiada en el concurso navideño de Primark, elaborada con punto de gancho, tiras de bolsa de plástico reciclado y leds en las asas, su concienciación por cuidar el planeta ha ido en aumento. "A partir de ahí comencé a hacer unas bolsas de pan sostenibles; aún no se vendían las de plástico". Reconoce que sus productos no son baratos, por la escasez de este tipo de materia prima. "Yo lo que quiero es cumplir el comercio justo; no voy a lucrarme, mis precios están ajustados". En su filosofía de negocio, hay un apartado destinado a fines benéficos: se llama RegalONG. "Surgió por conciencia de la marca de no tirar los retales desechados y darles una segunda vida, que para otras empresas serían directamente basura. Primero, hicimos con ellos unos alfileteros, pero no todo el mundo cose; al final tenemos unas muñecas". El beneficio de la venta de estos artículos va destinado a la Asociación de Familiares y Amigos de Enfermos de Alzheimer y Enfermos dependientes de Cocentaina y Comarca, Afama, aunque tienen idea de trabajar con otras cercanas de la zona. "La sostenibilidad es cosa de todos, y de todos los sectores. No acota. Se puede hacer desde ropa interior hasta moda de hombres, juguetes, etcétera", concluye Gemma Figuerola. Larga vida a la ropa sostenible.