Susana Guerrero lleva su ofrenda de trabajo y dolor hasta lo más sagrado

ALICANTE. La artista ilicitana Susana Guerrero expone este viernes, 9 de julio, dentro de la cita Iberoamericana de Toro, un evento que, hasta el 15 de septiembre, convierte a la ciudad zamorana en la capital del arte contemporáneo y de las mujeres creadoras. Con esta iniciativa cultural organizada por el Ayuntamiento de la localidad y el Gabinete de la Sociedad de Amigos de las Artes “se une la expresión de iberoamérica con la tradición, cultura, historia y patrimonio de Toro”, señalan desde su organización, en un evento que congregará a más de 30 artistas con 150 obras diferentes a lo largo de los dos próximos meses

Entre esa treintena de creadoras que participan en la cita se encuentra Guerrero, que lleva su mitología introspectiva hasta la iglesia de San Sebastián de los Caballeros. Un enclave único en el que su obra adquiere mayor misticismo, si cabe, y donde el lenguaje ecuménico del arte logra un verdadero contraste entre lo contemporáneo de la alicantina y lo gótico-lineal de los frescos que se albergan en esta imponente construcción. "Una de las cosas más interesantes de este proyecto es ese diálogo entre el arte antiguo y el contemporáneo", apunta la artista.

La participación de Guerrero en la Iberoamericana de Toro surgió a través del comisario de este evento, Víctor del Campo, conocedor del trabajo que la artista viene realizando sobre la mitología y las mujeres decapitadas. "A lo largo de mi vida me voy encontrando con ellas, y aquí en Toro hay unos frescos firmados por Teresa Díez en el año 1.310 donde se representa a santa Catalina de Alejandría, quien sufrió un martirio con ruedas dentadas y fue finalmente decapitada viva", explica Guerrero. Cuenta el relato oficioso que, cuando murió, su cuerpo en lugar de derramar sangre emanó leche, precisamente otro de los elementos que centran el trabajo de la artista, que también pone el foco en la figura de la madre y el poder de dar o quitar la vida a través de la leche materna. 

Catalina de Alejandría fue una mártir cristiana del siglo IV cuyo culto tuvo difusión por toda Europa. Está incluida en el grupo de los santos auxiliadores y es invocada contra la muerte súbita. Algunos académicos modernos consideran que la leyenda de Catalina probablemente se basó en la vida y muerte de Hipatia, con roles invertidos de cristianos y paganos. En un crudo enfrentamiento con el emperador Majencio, sobre la fe, acabó decapitada, no sin antes ser torturada. "Esa historia se cuenta en unos frescos bellísimos, así que tuve que crear una obra nueva, aunque hubiese sido convocada para aportar obra ya creada", destaca. Y es que al leer la leyenda de santa Catalina de Alejandría se sintió inspirada por los límites de su fe, que llegaban más allá de su propia muerte. 

Las habituales piezas cerámicas en tonos blancos, negros y dorados de la artista de Elche se vuelven a combinar de nuevo con sus también icónicas espinas y esas redes que ha tejido con rudos cables eléctricos rellenos de cobre y trabajados con agujas de molde. Una mezcla de materiales con la que la artista evoca la purificación del cuerpo, despojándose de toda impureza, y ofreciendo así lo más profundo de su ser. Ofrenda que esta vez se traslada hasta un altar, un lugar sagrado, bajo la atenta mirada de Dios y de todos los santos. 

En la Iglesia de San Sebastián de los Caballeros, en Toro, Susana Guerrero ha ubicado Santa Catalina decapitada y su fe, una instalación compuesta por varios elementos, desmembrados, entre los que se encuentra un tórax de latón con espinas de agave y varias figuras de cerámica como un pecho y una espada, además de la red de cables que simboliza su desollamiento. Por otro lado, en la Iglesia de San Agustín se ha ubicado la pieza Coyolxauhqui decapitada, una diosa representada en xilografía sobre piel y cerámica, así como su emblemático Rito, con las cabezas de jaguar, que contará con una performance que se emitirá en streaming durante la inauguración de la exposición.