Tocaban las 10 de la noche del 28 de mayo y las caras eran un poema. Había caído el Botànic, València, Elx, Castelló… y la derecha y la ultraderecha arrasaban en Alicante, Orihuela o Torrevieja. La noche olía a los trajes de Camps, al Bigotes, al yonki del dinero y a Milagrosa Martínez. Volvían los tiempos oscuros al País Valenciano.
Después de los lloros vinieron los análisis, y es que el diablo siempre está en los detalles. El ciclo del 15-M estaba muerto y enterrado, y con él Podemos, el principal partido que bebía de esas aguas, que se había quedado fuera de Les Corts arrastrando a Esquerra Unida y con solo seis concejales entre todos los ayuntamientos valencianos. En cambio, la otra formación beneficiada en su momento por las dinámicas post 15-M, Compromís, había sobrevivido con un retroceso de solo dos diputados, manteniendo más de 600 concejales e incluso subiendo en votos en ciudades como Alicante. Por un lado Compromís había encontrado su base, relativamente alta y resiliente a los ciclos electorales, por otro se constataba una realidad: si esa base no crece, la izquierda no volverá a gobernar en la Generalitat ni en las principales ciudades.
Casi sin tiempo para salir del velatorio, Pedro Sánchez decide que la fiesta no pare y convoca elecciones generales. La estrategia está clara: aprovecharse del destrozo de Podemos, pillar a contrapié a Yolanda Díaz y su incipiente proyecto, y apelar al voto útil para que el PSOE afronte la probable oposición con un grupo parlamentario amplio.
En este contexto tan adverso, Compromís tiene que demostrar que ha entendido el resultado de las elecciones y está dispuesto a crecer para convertirse en la casa grande de todas las personas progresistas de este País. No obstante, para crecer hay que abrirse y tejer alianzas, y la aparición de Sumar es una oportunidad que no se puede desaprovechar.
Llevamos días hablando de coaliciones, protocolos y cuotas, pero hay algo mucho más importante y son las personas que queremos llevar a Madrid. Sin referentes allí que sean capaces de emocionar y conectar con la ciudadanía, esta operación servirá de poco. A cualquier persona con sentido común que esté pensando más allá de su ombligo y de guerras internas absurdas, alimentadas ahora por unas nuevas primarias cainitas exprés que no entiende nadie, le vendrán dos nombres a la cabeza para liderar la circunscripción de Alicante: Marian Campello y Carlos Bernabé.
Marian Campello es ex diputada en Les Corts Valencianes y actual Secretaria Autonómica de Innovación. Marian viene de Carrús, un barrio obrero de la periferia ilicitana. Su barrio ha marcado profundamente una acción política que siempre ha estado vinculada a quienes se les quiere privar de toda voz: aparadoras, kellys, riders… la clase obrera precarizada y excluida de derechos tan básicos como un trabajo digno o una vivienda que se pueda pagar. Su discurso puede penetrar perfectamente en la gran bolsa de votantes de los barrios de nuestras grandes ciudades que decidieron quedarse en casa el 28M y con quienes la izquierda no supo reconectar y hacer ver que son sus políticas sociales las únicas que pueden empoderar a los que menos tienen.
Marian lleva mucho tiempo trabajando por las confluencias de izquierdas. De hecho, la campaña de sus primarias se llamaba Sumant Per Elx y aglutinó muchas sensibilidades de la izquierda ilicitana más allá de Compromís. Esto le supone un reconocimiento por parte del entorno de Unidas Podemos, cuyo votante cabe fidelizar en el proyecto común de Sumar. Y es una apuesta para seguir feminizando la política, algo que no cabe olvidar en un momento en el que la mayor parte de liderazgos que suenan en las quinielas más cercanas vuelven a ser hombres.
Otro perfil interesante para estas elecciones generales es Carlos Bernabé, concejal de Cambiemos Orihuela, un proyecto de confluencia municipalista de izquierdas que lleva 3 legislaturas marcando la alternativa en el municipio oriolano. Es una persona con trayectoria política y militante, con un discurso impecable, un perfil muy reconocido en su comarca y que ha conseguido generar consensos amplios entre fuerzas políticas diversas.
Quedan muy pocos días y, tanto el equipo de Yolanda Díaz como las direcciones de Compromís, tienen que decidir si vamos al 23J a intentar salvar los muebles, o aprovechamos estas elecciones para recuperar un futuro que nos permita volver a ilusionarnos.
* Esteve Ruiz Ródenas es concejal electo de Més Santa Pola (confluencia de Compromís, Podemos y Esquerra Unida)