GELSENKIRCHEN. Luciano Spalletti avisó de que su equipo, aunque vistiera de la lujosa Armani, estaba preparado para ir al barro, para mancharse. Pero lo cierto es que fue una selección que se quedó a medias en casi todo. Ni muy defensiva, ni con la presión alta, ni con la salida clara a la contra. Solo Gianluigi Donnarumma se vistió de Armani y se manchó el traje, con un partido superlativo que evitó la goleada española.
"Nosotros vestimos de Armani. Vamos a ir con el mismo traje. Jugaremos fieles a nuestro estilo, con intensidad. Saldremos con el mejor traje que podamos, como italianos, pero si nos lo tenemos que manchar, lo haremos", dijo Spalletti en la rueda de prensa previa al duelo.
Nada más lejos de la realidad. Italia, la vigente campeona, volvió a ser una selección plana, previsible, con casi nada que ofrecer. Sin ni siquiera la mordida de Chiesa. Solo en los últimos minutos apretó más por empuje y tirando de épica que por juego.
Dos paradas espectaculares, salvadoras, durante la primera mitad, mantuvieron a flote a la selección 'Azzurra', desangrándose en cada costado ante la circulación española, que tuvo en la cabeza de Nico Williams la primera ocasión clara del duelo en el minuto 2.
Pero la primera intervención del MVP de la pasada Eurocopa fue a un remate de Pedri que, no especialmente prodigioso en el juego aéreo, pecó de ternura y remató sin maldad, casi directo al cuerpo, algo que no evitó que Donnarumma tuviera que sacar una mano salvadora.
La segunda con un disparo de Fabián lejano que desvió con la punta de los dedos, una parada ciertamente similar a la que Iker Casillas le hizo a Rusia en 2008. Un ligero toque de dedos, una nueva salvada heroica del capitán, amonestado eso sí por protestar demasiado al colegiado del partido.
Intentando mantener el barco a flote sacó una mano en el corazón del área pequeña que acabó siendo una herida mortal. Porque ese desvío fue a parar a la rodilla de Calafiori, que involuntariamente introdujo el balón en su propia portería, abriendo el marcador de un partido que, de no ser por 'Gigio', el heredero de 'Gigi' Buffon bajo palos, no hubiera llegado al minuto 50 con empate a 0 en el marcador.
Continuó el dominio de España y mantuvo el nivel el guardameta del PSG. Porque poco después de encajar gol, Morata se sacó un potente disparo desde la frontal que le obligó de nuevo a sacar una mano. Tuvo de aliado hasta al travesaño, que escupió le latigazo de Nico Williams cuando se supo superado por el golpeo.
Y cuando pensó que con las sustituciones de Nico y Lamine se había acabo su sufrimiento, cuando Italia tiró de corazón en busca de la épica, apareció Ayoze Pérez para amargarle la noche. Porque con dos zancadas, con dos regates relámpago y con unos minutos residuales, el jugador del Betis demostró ser diferencial. Tuvo la oportunidad de marcar incluso, pero topó con el muro numantino que levantó italiano, ampliando registros con una mano abajo.
Italia fue Italia, la de los últimos años al menos. Y Donnarumma fue Donnarumma, el que juega con la camiseta italiana al menos. Quizá todos llegaron vestidos de Armani al estadio. Solo 'Gigio' se puso el traje en el césped. Y solo 'Gigio' se lo manchó.