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SILLÓN OREJERO

Slava, un cómic sobre cómo los soviéticos pasaron de tener principios a sobrevivir en la jungla

Incansable viajero por todo el Este de Europa, Pierre-Henry Gomont ha decidido por fin dedicarle unas viñetas a la historia de esta región después del treinta aniversario de la transición al capitalismo de los países comunistas. Su cómic refleja con nitidez cómo una sociedad que se regía con un código moral claro y elevado, -al menos los ciudadanos, no tanto los políticos- se encontró de repente sobreviviendo en la jungla donde todo estaba permitido

10/07/2023 - 

MURCIA. Hay en Georgia un lugar que despierta el interés de los viajeros y turistas, si no es que son lo mismo.  Se trata de las minas de Chiatura, en un valle privilegiado. Las instalaciones son de las más viejas de la región, empezaron en 1879 a extraer manganeso. El teleférico que tenían para transportar a los trabajadores desde la ciudad ha estado durante años en un estado ciertamente lamentable, completamente oxidado, y eso da en las fotos. 

Históricamente, Chiatura fue uno de los primeros centros de trabajo donde los bolchevique se hicieron fuertes ya en 1905. Los mineros, completamente explotados, recibieron discursos del mismísimo Stalin, en sus años de simple militante, para que se unieran al partido. Se dice que estuvo involucrado con ellos en un asalto a un tren cargado de oro con sus salarios. Stalin había nacido a una hora de las minas. Muchas veces se escondió de las autoridades entre los mineros. 

Este ha sido el lugar que ha elegido Pierre-Henry Gomont para situar una novela gráfica en la que explora los sentimientos de los ciudadanos soviéticos que se vieron atropellados por una transición del socialismo al capitalismo aplicada como doctrina del shock. Ese universo que trazó magistralmente el documental Rusia 1985-1999: Trauma Zone del gran Adam Curtis.

La obra, traducida al inglés por Europe Comics, se titula Slava: After the fall y originalmente ha sido lanzada en Francia por Dargaud este mismo año. Gomont había viajado al Este de Europa en numerosas ocasiones y conocía bien a sus gentes y los escenarios postapocalípticos que dejó el comunismo. Ha hecho viajes en bicicleta desde Bruselas hasta los Cárpatos. Sin embargo, aunque siempre quiso dibujar algo relacionado con estos espacios, pensaba que serían un "suicidio comercial" y no ha sido hasta ahora, con la tragedia de Ucrania en los informativos, cuando se ha encontrado con que por fin tenía su oportunidad. 

Gomont habla del comunismo sin los onanismos tan habituales en Occidente entre quienes adoptan ciertos roles ortodoxos por cuestiones más psicológicas que relacionadas con el pensamiento deductivo. Dice que el experimento igualitario de los bolcheviques le "fascina", pero al mismo tiempo numerosos episodios acaecidos durante su implantación le "horrorizan". Sin embargo, como me ocurre a mí, nacido en 1979, la caída del Muro, el ajusticiamiento de Ceaucescu, la desintegración violenta de Yugoslavia y el colapso y difíciles transiciones en todos estos países fueron episodios históricos que le marcaron. Y en esos años 90, no vimos la implantación del socialismo, sino su desmantelamiento. 

Es difícil generalizar con la doctrina del shock en las transiciones al capitalismo de los países comunistas. Muchos de ellos han conservado muchas instituciones públicas del socialismo. Algunos, por el bien de la población, otros, como Eslovenia, para que sus bancos públicos les estallasen en la cara en la última gran crisis por corruptelas varias. Sin embargo, cualquier persona interesada en la Historia y la política, o simplemente sensible a lo que ocurre en el mundo fuera de los campos de fútbol, tiene que conmoverse cuando ve cómo tantos cientos de miles de personas se empobrecieron más de lo que ya estaban. 

Las heridas siguen ahí, hay regiones despobladas, industrias desmanteladas y oxidadas que pueden verse en un trayecto en tren y un largo etc... También persiste cierta nostalgia de una época anterior muy humilde, pero al menos predecible. En el caso de este cómic, el autor ha querido centrarse en los años clave. Cuando los exsoviéticos tuvieron que luchar por su supervivencia malvendiendo todo lo que tenían para poder comer. En uno de sus primeros viajes a la zona, en los 90, para él fue muy significativo encontrarse con que mucha gente echaba de menos el socialismo, cuando él pensaba que sería al revés, que habían experimentado una liberación. 

Los dos personajes protagonistas tratan de mostrar este antagonismo entre ciudadanos. Lavrine está inspirado en una persona que conoció Gomont que revendía coches de lujo. Él es el Don Quijote de la historia, el que le da lecciones a Sancho -Slava- sobre cómo es el nuevo mundo que se abre ante ellos del capitalismo. Es una historia tragicómica entrañable. La apuesta por el humor se agradece para no caer en moralismos ni dramas forzados. 

Mientras tratan de hacerse con materiales para vender en el nuevo sistema económico, coincidirán con unos mineros que tratan de salvar su mina para que no caiga en manos de un oligarca que no tiene más intención que desmantelarla. La aventura es ir a buscar inversores echarles un cable. Allí Gomont introduce a Slava en los ambientes rockeros undeground que ya existían en la URSS y pudieron manifestarse y desarrollarse sin problemas desde 1991. 

Lo más interesante de la historia es cómo ha captado Gomont lo más importante, el shock no solo fue económico, sino que supuso la transgresión de todos los valores. Es decir, todos los códigos morales por los que se suponía que se regía la sociedad, se dieron la vuelta. Sobre todo, como sabrá cualquier persona iniciada en el estudio de los regímenes comunistas, realmente los únicos comunistas eran los ciudadanos y sus demandas, la clase política tenía intereses mucho más prosaicos, como se comprobó con la facilidad con la que se convirtieron en magnates capitalistas con al cambio de régimen. Esa población que tenía ideales elevados y principios humanos, de un día para otro, tuvo que pasar a sobrevivir en la jungla. Estas viñetas no dejan de ser una aventura liviana, pero se agradece el interés por un capítulo tan importante y determinante en la historia de Europa y sobre todo esos dibujos de industrias obsoletas, que siempre atraen la vista de los iniciados en el tema. 

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