ALICANTE. La miopía infantil puede desarrollarse entre los 6 y los 8 años, y tiende a estabilizarse en torno a los 18 años. El menor no puede advertir a su familia de que padece este problema, porque no lo conoce. Sin embargo, existen síntomas y señales de la miopía infantil que no deben pasar desapercibidos a los adultos.
Y ello, porque la miopía infantil tiene consecuencias directas en el rendimiento académico de los niños y en la propia interrelación con los compañeros. Por ello, las revisiones visuales resultan esenciales para su detección temprana.
En su origen, la miopía infantil es un desorden ocular, que se manifiesta porque el menor enfoca las imágenes delante de la retina y no sobre ella. La consecuencia es que percibe claramente los objetos cercanos, pero ve borrosos los objetos lejanos.
La miopía infantil no diagnosticada es un problema visual que suele tener como una de sus primeras y más directas consecuencias el fracaso escolar. Los problemas de visión impiden al niño centrar su atención en el aprendizaje y seguir el ritmo de sus compañeros.
El director médico de Oftálica Clínica Oftalmológica Doctor Enrique Chipont sostiene que “el mejor consejo oftalmológico que podemos trasladar a las familias es prestar mucha atención al menor con el fin de detectar los síntomas y señales de la miopía infantil que va mostrando en el día a día. Y, en caso de duda o sospecha, acudir de inmediato al oftalmólogo“.
Entre los síntomas y señales de la miopía infantil destacaremos cinco:
A todos ellos, habría que sumar el gesto característico del niño con posible miopía infantil de entrecerrar los ojos para percibir mejores imágenes de objetos y personas situadas a larga distancia. También, debemos incluir como síntoma compatible con la miopía infantil la tendencia del menor a situarse demasiado cerca de la pantalla de la televisión.
El equipo de especialistas de Oftalmología Pediátrica de Oftálica, que dirige el doctor Chipont ha apreciado también un incremento de la miopía infantil tras el confinamiento. El origen de ese problema está relacionado con la menor exposición a la luz exterior.
Y ello, porque la luz exterior estimula la liberación de dopamina en la retina. La dopamina evita el alargamiento del globo ocular y, por consiguiente, reduce el riesgo de padecer de miopía.
Es más, estudios recientes han destacado que aquellos niños que pasan un mayor tiempo realizando actividades que requieren esfuerzos de visión cercana y en espacios interiores son más propensos a desarrollar miopía.
Hay que pensar que el menor está en edad de crecimiento y que todo su organismo, incluidos los ojos, participa de ese crecimiento.
“De ahí -explica el doctor Chipont- la importancia de pasear al aire libre, hacer deporte o, sencillamente, dialogar con los amigos y familiares aprovechando la luz natural, si bien en verano hay que evitar la exposición en las horas centrales del día”.
En este sentido, el equipo de especialistas de Oftálica aconseja que los niños pasen unas 3 horas al día con una iluminación superior a 10.000 lux para reducir el riesgo de desarrollar miopía por esta causa. Esa luz se obtiene a la sombra o con gafas de sol en un día soleado.
La miopía, además, tiene un componente hereditario, tanto más fuerte si son ambos progenitores y no uno solo quien la padece.
El diagnóstico precoz de la miopía es esencial para el futuro del niño. Si la miopía infantil es diagnosticada en fases tempranas puede evitar muchas complicaciones en la edad adulta, como el desprendimiento de retina u otras enfermedades oculares.
La miopía infantil requiere detección temprana y su solución puede estar en el uso de gafas y lentes de contacto graduadas según las dioptrías que presente el menor. Además, requiere de revisiones anuales para valorar su evolución.
El consejo del oftalmólogo es efectuar una revisión al inicio de cada curso académico. Esa revisión permitirá valorar la existencia y tratamiento de la miopía infantil y de las patologías y problemas visuales que pueda presentar el menor.