NOVELDA. Dar con la diana, gracias a un nuevo fármaco, de la forma más precisa y menos agresiva, con el tratamiento contra la retinopatía diabética. Es la labor en la que trabaja el investigador Sergio Crespo, que nació en Novelda, y ahora se está convirtiendo en un referente bioquímico a nivel internacional gracias a esta investigación que lleva a cabo en el Hospital Maisonneuve-Rosemont Research Center de Canadá. La retinopatía diabética es una enfermedad que afecta a pacientes que sufren diabetes y es la principal causa de ceguera en países industrializados. Crespo acaba de publicar un estudio en la revista científica Cell Metabolism sobre este nuevo fármaco, en fase 2, que está dando resultados prometedores. Tras una beca de Fundación “la Caixa”, y varias más que le ayudaron a dar el salto internacional, el investigador habla con Alicante Plaza para dar algunas de las claves de su trabajo y de su trayectoria hasta hoy.
¿Cuál es el motivo para que hayas llegado a Canadá a investigar y trabajar en este nuevo fármaco?
Soy de Novelda, estudié en el colegio Padre Dehon, y me marché hace muchos años para seguir estudiando, desde los 18 años. Estudié Biología en Segovia y en 2012 obtuve, por parte de la Fundación “la Caixa”, una beca para realizar el Máster en Genética y Biología Celular en la Complutense de Madrid. De ahí, con la beca Marie Curie, viajé a Berlín para seguir estudiando y viajando por distintos laboratorios y congresos.
En una estancia en Japón, a finales de 2016 -también becado-, conocí al que se ha convertido mi mentor, Mike Sapieha, uno de los mayores referentes en retinopatía diabética. Yo ya le conocía por su trabajo y quería especializarme en ese campo. Fue todo muy rápido, y tras varias conversaciones, enseguida iniciamos el modo para mudarme a Montréal, donde él realiza su trabajo, y poder realizar el doctorado con su equipo. Gracias a dos buenas becas, mi estancia estuvo financiada por completo y me ayudó a tener más recursos para poder investigar y centrar mi carrera en la diabetes. A partir de entonces desarrollé mi labor investigadora en la Universidad de Montréal y actualmente estoy en el Hospital Maisonneuve-
Rosemont Research Center.
¿Qué es la retinopatía diabética y cómo se trata hasta ahora?
Es una enfermedad que provoca ceguera y afecta a personas con diabetes. El problema es que, los altos niveles de azúcar, a lo largo de muchos años, hace que los vasos sanguíneos de la retina se dañen y proliferen sin control. Por este motivo, no dejan pasar la luz y provoca problemas de visión.
La mayor parte de los tratamientos que existen van a impedir que esos vasos sanguíneos proliferen o se eliminen no dejan pasar la luz o eliminarlos de forma controlada. Esta terapia está enfocada a tratar la obsolescencia celular, algo que ocurre cuando la retina está enferma. El problema de los tratamientos que existen es que son agresivos o no saben diferenciar un vaso sanguíneo sano de uno dañado y suelen afectar también a tejido sano.
¿Cómo surgió el fármaco en el que trabajáis desde Canadá?
La investigación básica de la que deriva el fármaco en el que trabajamos está dirigida a ver si existe una diana en esos vasos sanguíneos patológicos que nos permita reconocerlos y diferenciarlos de los que están sanos. A través de hallazgos previos de Mike Sapieha, me interesé en profundizar en el campo de la retina y las patologías relacionadas con la diabetes y el envejecimiento celular. No fui el único, una empresa californiana, Unity Biotechnology, que desarrollaba un fármaco contra el envejecimiento celular en general, también se interesó por la retinopatía diabética.
¿Existe, entonces, colaboración entre investigación y empresa?
Sí, Sapieha sirvió de puente para que, entre las tres partes -investigación, empresa de California y el propio profesor-, pudiéramos trabajar en crear el fármaco. La empresa de California tiene la capacidad de realizar los ensayos y desarrollo de fármaco, por mi parte, la investigación y la parte académica. La firma quiere conseguir beneficios y mi interés es el clínico. La colaboración entre ambas partes hace que el proyecto siga adelante.
¿Hay fecha de salida al mercado del fármaco?, ¿Qué se necesita para llegar a esa fase?
Es pronto para saberlo. En mi caso, con la investigación, he usado distintos modelos de laboratorio que se asemejan la enfermedad en humanos en fase preclínica. Desde Unity Biotechnology empezaron el año pasado en fase 1 de bioseguridad, completada hace dos meses. Ahora están en fase de reclutamiento para la fase 2, para probar el medicamento en diferentes dosis. Aún es un momento bastante preliminar y empezaremos a probar con pequeños grupos de pacientes con la retinopatía bastante avanzada. Los resultados en fase 1 han sido muy prometedores, y si siguen teniendo éxito, quizá a finales de año se abra la fase 3 para pruebas con pacientes más masivas.
¿Qué hace falta en España para lograr alcanzar investigaciones estables y duraderas?
Tuve la suerte de cursar un buen Master en España, durante casi dos años, con muy buenos investigadores. Creo que lo que falla es la inversión. En Canadá y Estados Unidos hay mucha inversión privada y un sistema académico muy ligado al sector privado y muchos laboratorios se plantean como empresas que sacan adelante sus propios productos a partir de las investigaciones. El sistema académico en el país está, en ese sentido, anticuado, porque hoy en día se puede ser un buen científico, con inquietudes académicas sin tener que rechazar la parte más emprendedora. Y creo que para tener las dos partes, hace falta entrenamiento entre los investigadores para emprender y una plataforma universitaria que apruebe estas vías y las apoye.
¿Cuáles son sus planes de futuro? ¿Pasan por volver a España?
Aún continúa la segunda fase del fármaco y trabajo en un nuevo proyecto, a la espera de hacer una nueva publicación. Quiero seguir haciendo más cosas y colaboraciones aquí, en Canadá, me encanta la investigación. Espero pronto poder abrir mi laboratorio, la investigación es mi vocación y me quiero quedar en este camino.