La situación que estamos viviendo parece una película distópica o un libro de ciencia ficción. Nuestra forma de vida ha cambiado por un enemigo invisible, del que creíamos tener cierto conocimiento y cuyo ataque no ha consistido en una embestida brutal y asoladora sino una ofensiva silenciosa pausada y que nos va minando despacio sin bullicio, uno a uno.
Pensábamos que nuestra forma de vida acabaría por un misil nuclear, un apoteósico fenómeno atmosférico o por la colisión de uno de esos meteoritos que pasan habitualmente a algunos años luz de la tierra. Pero no. Ha sido un virus microscópico y silente el que ha zarandeado nuestra existencia de arriba a bajo y de izquierda a derecha.
Estamos ya en esa fase en la que vamos preparando la vuelta. Los datos apuntan a que la pandemia remite, al menos en Europa y empezamos a pensar en cómo vamos a volver a recuperar nuestras vidas. No va a ser fácil ni tengo claro que podamos volver a la línea de salida.
Los atentados del 11-S y 11-M cambiaron muchos protocolos, especialmente del transporte. El atentado de las Ramblas de Barcelona modificó la configuración de los paseos peatonales. El Covid-19 va a cambiar por completo los comportamientos humanos en sociedad.
Los grandes eventos, multitudinarios, las grandes concentraciones de personas, las formas de congregarnos en espacios, abiertos o cerrados, las relaciones sociales, los saludos, la piscina comunitaria, los SPA, y gimnasios, las clases de baile, las relaciones sexuales... Todo pasa ahora por conocer que hay un enemigo pequeño y sigiloso que puede estar agazapado esperando que se rompa la que hemos llamado distancia social o los hábitos nuevos de higiene de manos y ropa.
A estas alturas, aunque queda mucho aun por hacer en materia de salud, algunos de nuestros gobernantes están ya organizando y preparando el 'desescalado' del confinamiento. Un término que acaba de saltar a la sociedad y que hace solo un par de meses, se utilizaba en jergas médicas o económicas.
Ahora mismo estamos todos pendientes del 'desescalado' que no es más que un proceso que nos debe llevar a la reversión de la situación en la que nos encontramos, hasta el punto en el que empezó todo. Se supone que debemos bajar la escalera que hemos subido en este mes. Pero somos muy conscientes de que no será tan sencillo. Lo que hemos vivido no tiene vuelta atrás.
Esas medidas progresivas que un grupo de expertos prepara, nos van a llevar a salir priorizando, grupos de edades, sectores económicos, actividades y territorios.
El ministro Ábalos ha dicho que se tendrá en cuenta el impacto en la economía de cada sector pero también su relevancia en la sociedad. Se da casi por zanjado el curso escolar, el teletrabajo que apenas era una opción del 7% de la población se va a quedar en todos aquellos ámbitos que se ha visto eficaz.
Podemos hacernos una idea de cómo va a ser la salida o que industrias y actividades van a poder comenzar a medio plazo a retomar su ritmo. La provincia de Alicante y la Comunitat dependen en mucha medida, de un sector que va a ser complicado levantar, al menos esta temporada del frenazo en seco, el turismo.
En esta película distópica en la que el virus nos ha metido, me resulta difícil ver las playas de nuestro litoral de nuevo llenas hasta la bandera, (azul), y no me veo este verano dando noticias del tipo ocupación hotelera al 100%, bares y cafeterías repletas y mercadillos de verano y paseos turísticos sin espacio casi para respirar. Solo en la ciudad de Alicante se cifraba el turismo en enero de este año como el 15% del PIB.
No creo que puedan celebrarse eventos masivos como conciertos, o festivales multitudinarios. Se está escribiendo la historia estos días y junto con los datos, cifras, muertos, errores y aciertos, vamos a reescribir también nuestra nueva forma de relacionarnos que podría aparentemente no tener mas efecto que el doméstico o cotidiano, pero que va a tener consecuencias en nuestra economía, la de esta zona basada en la parte más social de la vida, que es el turismo, el intercambio de visitas de un lugar a otro, el aproximarse a otras costumbres, gastronomía, o tradiciones.
Saldremos de esta desde luego, pero seremos otros.