BENIDORM. El rascacielos Intempo tendrá un segundo intento. Después de las idas y venidas, la quiebra que le dejó como uno de los iconos de la crisis del ladrillo y su periodo como uno de los activos de Sareb, vuelve a vislumbrar un nuevo futuro. El Ayuntamiento de Benidorm ha aprobado el proyecto básico modificado y de ejecución para que los nuevos dueños del rascacielos, el fondo Strategic Value Partners (SVPGlobal), pueda terminarlo y poner sus casas a la venta para que después de una década se pueda habitar.
Aunque la estructura del edificio está terminada, sí que es cierto que los pisos están por adecuar mientras que las zonas comunes serían las que más trabajo les quedaría. Todo ello es lo que se prevé en el proyecto básico modificado, según confirmó la concejal de Urbanismo, Lourdes Caselles, quien indicó que además servirá para adecuar el inmueble a las normativas actuales recordando que sus obras llevan paralizadas desde 2013.
Con todo, las obras tendrán un plazo de ejecución de 18 meses. Sin embargo, la licencia de ocupación estará condicionada a que se ponga a nombre del ayuntamiento una superficie de 1.350 metros cuadrados que tendrán como destino un aparcamiento público. Un acuerdo que arrastran desde la anterior licencia concedida a Olga Urbana, la promotora que abandonó las obras por entrar en concurso de acreedores.
Ahora, el proyecto contempla 256 viviendas, por lo que bajaría de las 269 que se aprobaron hace 13 años. Sus actuales propietarios pretenden reconvertir en pisos de lujo. Así lo atestigua también su precio, que rondaría los 245.000 euros, llegando incluso al millón de euros en las alojadas en el diamante, que serán las más grandes. Algunos de ellos pasarían a ser un solo piso, uniendo dos viviendas independientes con el anterior diseño. Es más, muchos de los apartamentos de una sola habitación desaparecerán tras la reforma.
El número de trasteros se ampliaría, de 133 a 198. Lo contrario pasaría con las plazas de aparcamiento, que disminuyen de 398 a 334. Incluso la piscina cambiará, pasará de ser una olímpica sin más, a tener un diseño de playa y una infantil.
En cuanto a la segunda vida del edificio, los propietarios tienen la intención de darle su propio estilo y renovación al interior de los apartamentos, e incluso a la entrada a la urbanización y las zonas comunes. Sin embargo, la estética principal del edificio seguirá siendo la misma y por la que se ha convertido en un icono del skyline de Benidorm.
Uno de los principales cambios está en el tabique que restaba visibilidad, el tipo de cristal oscuro de las terrazas, o incluso las puertas, que pasan a ser correderas para dejar más espacio a lugares como el salón, que tenían una gran puerta que hacía impracticable la zona.
Nunca ha tenido inquilinos, ni los pocos que llegaron a comprar una casa en el rascacielos consiguieron alojarse ni un día en él. No podían, las obras no se habían terminado y por tanto no tenían permiso de ocupación. Todo parece cambiar ahora con los nuevos 'inquilinos' del complejo al completo: Strategic Value Partners (SVP). El fondo norteamericano compró en 2017 la deuda de Sareb por alrededor de 60 millones de euros. El conocido como banco malo arrastraba desde 2012 una deuda de 108 millones procedente de Novacaixagalicia, la entidad que financió la construcción del edificio residencial a la promotora Olga Urbana.
Pero el camino no se terminó de abrir hasta que se declaró a esta empresa culpable del concurso de acreedores, con una condena de 17,6 millones de euros que tendrían que hacer frente los herederos de José Ignacio de la Serna –fallecido en 2015– pero que terminaron renunciando en su momento.