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¿Se acuerda del Baluarte de San Carlos?

14/10/2024 - 

Cuesta imaginar la ubicación del Baluarte de San Carlos viendo hoy la urbanización de la zona con la plaza Canalejas, el inicio del paseo con este mismo nombre y el fin del paseo de la Explanada. Un panel conmemorativo lo menciona, cuenta su historia y reproduce fotografías para su descripción mencionando donde se encontraba entonces para situarlo en el mapa de la ciudad.

Como cuesta pensar que este remanso de paz de hoy fuera escenario de guerra de ayer. Y así fue. La ciudad de Alicante ha sido blanco de las bombas en multitud de ocasiones. Era un puerto y ciudad ambicionada por muchos en diferentes momentos trascendentales de la historia de España.

Ya verá. Durante la guerra de los Nueve Años (1688-1697) en los que Luis XIV se enfrentó a buena parte de las potencias europeas que formaban parte de la Liga de Ausburgo, Alicante fue bombardeada por buques franceses a las órdenes del Conde D'Estrées. Ya había atacado Barcelona y Valencia. Fue el 21 de julio de 1691. Antes de iniciar su ataque comunicó a las autoridades de la ciudad a través de un emisario, que bajó a tierra en un chinchorro, que esta se rindiera y que pagara un elevado rescate. Si la respuesta fuese negativa, la ciudad sería asediada y sufriría las consecuencias de sus cañones.

Las autoridades locales decidieron defender la ciudad. Quién dijo miedo, se vieron capaces de defender su honra y su hacienda. El Gobernador Jaime Antonio Borrás le manifestó al noble francés que "como vasallo de Carlos segundo no podía pagar tributo a otro que a mi señor natural". Con chulería, ya ve.

El gabacho no hizo esperar su cólera e inició el bombardeo el 22 de julio. Duró tres días, lanzó tres mil quinientas bombas y destruyó mil ochocientos edificios de los dos mil que tenía la ciudad, dejando muerte y destrucción por todos lados. Convirtió la ciudad en escombros. Pero no consiguió su propósito. Un fuerte viento y enormes olas le hicieron desistir y salir de la bahía de Alicante poniendo rumbo a mar adentro para no tener su flota expuesta a los elementos atmosféricos. Calmada las aguas, volvió y siguió bombardeando la ciudad con seiscientas bombas más durante los días 25, 26 y 27 de julio. 

A Alicante habían acudido milicias de otras poblaciones en su socorro evitando el desembarco francés, además de aparecer la Armada española en el horizonte. El gabacho desistió de su obsesión de invadir Alicante convencido de la rudeza de los defensores de la ciudad y la valentía de sus autoridades ante enemigo tan numeroso y porque no quería enfrentarse con la flota española, y se marchó.

Desde ese momento se decidió mejorar las protecciones del sur de la ciudad y del arrabal de San Francisco que estaba en crecimiento extramuros de las murallas. Con los escombros de la destrucción del bombardeo de 1691 se ganó terreno al mar y se construyó una escollera donde se levantó un muro de siete metros de altura coronado por una cornisa por donde asomaban los cañones. Se completó con otras instalaciones para albergar a la tropa, víveres, munición y cisterna para recoger agua.

El baluarte se llamó de San Carlos en honor al rey Carlos II. El autor del proyecto fue Pere Juan Valero, ingeniero militar. Costó 2.750 libras.

Decenas de cañones dirigieron su boca hacia el mar primero para intimidar al enemigo que pretendiera conquistar esta costa, después para lanzar su potencia de fuego si fuera necesario. Las fotos de entonces muestran la ubicación de este armamento de artillería y uno se imagina su capacidad destructiva que seguro haría pensar al supuesto invasor si sus pretensiones eran razonables.

Le invito a que profundice en esta época leyendo el ensayo que escribió Antonio Ramos Hidalgo de la Universidad de Alicante sobre "la consolidación urbana de la Edad Moderna" en el volumen Historia de Alicante Edad Moderna, editada por el Ayuntamiento alicantino en el quinto centenario de la ciudad. Ya sabe el gusto que tengo por invitarle a leer un libro que uso de referencia en una crónica como hoy en esta.

Pascual Rosser Limiñana

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