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anhedonia y conspiraciones

Sara Barquinero y 'Los escorpiones', una novela 'total' más allá de sus 800 páginas

17/03/2024 - 

VALÈNCIA. Del nuevo libro de Sara Barquinero se ha escrito ya mucho estas pocas semanas que lleva editado. Algunos artículos con más polémica que otros. Pero en la gran mayoría de todas se resalta un dato numérico: es un libro de 800 páginas. Un aspecto que tal vez pasaría desapercibido si no estuviera atravesado (consciente e inconscientemente) por otros dos datos que se pueden convertir en prejuicios indirectos: Barquinero tiene 29 años y es mujer.

Los escorpiones es en realidad una novela total, que cuenta la historia, a través del tiempo, de las personas que han ido desvelando una conspiración a escala mundial con el que una sociedad secreta busca inducir pensamientos suicidas en la población a través de estímulos sonoros. La novela se desarrolla en cinco partes, y cada una de ellas explora un estilo, un formato, una voz, un tono diferente. Por eso, cuando se habla de la novela (y, en este caso, se le alaba) siempre hay una lista de autores de referencia más que pensar en uno. Entre ellos está David Foster Wallace, Mariana Enríquez, Don DeLillo, o Michel Houellebecq

“Más o menos mencionan nombres que asocio con mi gusto personal, y supongo que también con los temas y las formas que utilizo. Houellebecq lo citan pero no lo veo una referencia para mí. En todo caso, creo soy súper joven, y hasta que tenga una voz completamente diferenciada (probablemente tengan que pasar diez o quince años), es normal que se me lea buscando esas ramificaciones. Y aunque no lo haya hecho conscientemente, seguramente sí hay una ansiedad de influencias que no tendré en un futuro”, explica la autora en conversación con Culturplaza

En todo caso, la de Barquinero es una voz propia con todas las de la ley. Y a pesar de que la novela se desarrolla en formatos tan rocambolescos como unas memorias, un artículo académico o la rotura formal de cualquier intención de lectura (esta última, en un momento de tensión mezclado con drogas), hay autores porque los valora como lectora, no porque los tenga que utilizar como escritora: “No tiene que ver con el copiar, pero sí con lo que me estimula como lectura, que quiero probar como escritora. Es un privilegio y creo que, de alguna manera u otra, lo voy a seguir haciendo toda la vida”.

La voz difuminada potencia las mil maneras de leer y conectar con la historia de esta gente que, desde los foros de internet, va contando y convirtiendo en mito la historia de Los Escorpiones: “Si uno se conoce tan bien como yo me conozco a mí misma, en realidad en todas las partes hay aspectos comunes, como la manera en la que se accionan los temas y los tramas. La voz múltiple era necesaria porque no tenía sentida que un hombre de 2020 hablase o tuviese un marco igual que el de 1922. Por eso para mí es importante leer, para tener un coro de voces que pueda implantar en mi historia”.

En tres de las cinco partes de la novela, la historia no avanza sino se ensancha. Hace crecer el mito a través de la información. Barquinero es la arquitecta de ese mito, y lo ceba a través de formatos que buscan legitimar la narración, ya sea haciendo servir el artículo académico como formato; o aprovechando la fe actual de los lectores hacia las ficciones escritas en primera persona; o mezclando referencias culturales reales con otras que no lo son. Todo tiene un objetivo: que esa duda de la conspiración que tengan los personajes pueda permear también en quien lo lee.

“Me gustaba la idea de que fuese un texto con el que alguien pudiera llegar a dudar si era verosímil o no. Me planteé incluso dejar en internet rastros falsos de los textos que he inventado en la novela. Era una cosa que no hice pero me llamaba mucho la atención. No tengo una postura filosófica concreta sobre esto, pero quería jugar con lo verosímil”, confiesa.

Radiografía de la anhedonia

Los personajes principales del universo que construye Barquinero tienen dos aspectos comunes, a pesar de ser completamente diferentes entre sí: se encuentran en un momento de su vida en el que desarrollan pensamientos conspiranoicos y/o depresivos, y los vuelcan o los encuentran en internet. Sara es una joven que, tras un trauma que le alejó de su ciudad natal, busca pareja en Tinder. Tras meses conversando, el chico con el que parecía tener esa conexión especial, le da plantón y se suicida abruptamente. Thomas, por su parte, se encuentra estancado en la composición de su nuevo disco, retirado en un pueblo, y con asuntos pendientes por resolver en su vida.

¿Qué papel tienen las teorías de la conspiración? Activar las zonas oscuras de esos personajes. “A mí me flipan las teorías de la conspiración. Puedo pasar horas leyendo sobre ellas, y siempre que sale una nueva, me alegro. Me gusta indagar, y creo que es algo muy común. Por otro lado, la conspiración a mí me sirve como contexto para hablar de otras cosas, pero sobre todo porque existía una analogía muy clara entre la situación individual de cada personaje y la situación global que te lleva a creer en una conspiración”, desarrolla la autora.

Por otra parte, “me gustaba la posibilidad de hablar de la depresión o de la tristeza a través de personajes muy diferentes, porque si no parece una anécdota. Quería hablar de una estructura emocional fundamental del ser humano”. Desde ese lugar, sus personajes intentan capear la vida con una mochila emocional que les empuja a caminos equivocados, o les mantiene quietos en un mundo que no deja de girar. La depresión, o la anhedonia, es, en el libro de Barquinero, un sentimiento tan válido como el amor para mover la trama de los personajes. Este aspecto es casi inédito, y tal vez encuentren muchos lectores cierto alivio leyendo algo tan presente en nuestro tiempo: el del riesgo real de un punto anímico de no-retorno; temido, a veces sobreactuado, que te pone involuntariamente frente a los demás en vez de a su lado.

El otro elemento que atraviesa la novela son los foros de internet, que configuraron un debate público rico y plural hasta la llegada de las redes sociales controladas por mega-corporaciones y la promesa de la monetización de lo que ahora se llama creación de contenido. “Me interesa pensar en internet como una especie de texto colectivo del que formamos parte. Cuando pasas mucho tiempo en internet, percibes ese coro de voces que son anónimas pero se van sumando y para que tracen una especie de psique. Me interesa mucho internet y no tengo una visión negativa. Obviamente, hay actitudes que los personajes desarrollan en él que no me gusta (hacerse pasar por otra persona, por ejemplo), pero creo que ha sido también una manera en la cual muchos hemos socializado”, comenta Barquinero.

Mary Magdalene In The Cave, Hugues Merle.

Sobre eso, internet en efecto se ha convertido en refugio para muchas personas que quieren escapar de una realidad insatisfactoria o de unas dinámicas de socialización que le expulsan o de las que no quiere formar parte: “Yo no sé cuando estás más solo en realidad, si en la realidad o en internet. Cuando no tienes ni un amigo en la vida real, te conectas por la tarde, juegas al LOL y tienes a un grupo de gente con la que, aunque no vas a nunca, creas una micro-comunidad. Eso puede parecer muy solitario, si lo viéramos a través de una mirilla, pero nada más lejos de la realidad”.

Cultura y drogas

En la trama conspiranoica, Los Escorpiones intentan introducir estímulos sonoros que induzcan a la anhedonia a través de la música o los videojuegos. ¿Por qué poner el veneno en la cultura? “Bueno, a mí me llama la atención que, desde que la humanidad existe, prácticamente siempre se ha creído que hay una especie de palabra o sonido mágico que nos transporta a un plano superior de la existencia. Me pregunto y aún después de haber escrito el libro me lo sigo preguntando. ¿Por qué sucede eso? En realidad, el otro día estaba pensando que tenía mucho que ver con la cuestión del nombre de Dios. Se suponía que si sabías el nombre de Dios y lo pronunciabas, accedías a una parte diferente de la conciencia. Sin embargo, lo que antes tenía un componente místico ahora se tiene más bien como un componente de sospecha, de sociedad de control. La primera vez que empecé a trabajar la novela, pensé en usar un libro como vehículo; pero me parecía que el medio que más se adecuaba a pensar estas cosas era el videojuego, que también tenía música, y que protagoniza muchos creepypastas”.

Las drogas también está muy presentes en toda la historia, en diferentes tipos de consumo. Recreativo, como refugio de momentos depresivos, terapéuticos, para someter a alguien… Es una parte central del discurso de la historia: “Para mí la novela es sobre las adicciones, ya sean drogas, videojuegos o fármacos. Yo quería situar a personajes teniendo mucho miedo; o teniendo curiosidad por algo que, si te lo encuentras, te lleva a un estado extraño de conciencia. Me gustaba poner esas adicciones al lado porque siempre sospechamos de cosas muy mágicas cuando en realidad, en nuestra realidad cotidiana, tenemos las tenemos”, explica.

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