VALÈNCIA. La primera sesión del debate de investidura del socialista Pedro Sánchez como presidente del Gobierno se desarrolló dentro de los parámetros previstos por la mayoría de estrategas y analistas políticos: duras críticas por parte del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo; ataques furibundos de Santiago Abascal (Vox) en el papel de revientaplenarios y, eso sí, quizá algún dardo más doloroso de lo esperado por parte de los independentistas ERC y Junts, cuando todavía está fresca la tinta del acuerdo sellado con ambos.
Una sesión parlamentaria de ocho horas de duración en la que Sánchez se sometió con una mezcla de impasibilidad y cierto sarcasmo a un aguacero de críticas sólo suavizadas por su verdadera aliada, Yolanda Díaz (Sumar), con quien seguirá compartiendo Ejecutivo.
El dirigente socialista comenzó su discurso de investidura, de casi de dos horas de duración, reivindicando el feminismo, la lucha contra el cambio climático, la defensa de sus políticas migratorias, reclamando el reconocimiento del Estado palestino y mostrando su preocupación por la globalización que contribuye a "incrementar las desigualdades".
Unas transformaciones y cambios "vertiginosos" y "disruptivos" ante los que, para Sánchez, la democracia debe "responder mostrando seguridad" o " la democracia responde mostrando seguridad o el sentimiento de inseguridad legítimo de los ciudadanos se convertirán en rabia que acabarán en propuestas políticas que socaven la democracia", para cuestionar, en referencia a Vox, a las formaciones cuyas propuestas "cuestionan el feminismo, el cambio climático...".
Una introducción que dio paso a diversas propuestas en el ámbito social y económico, entre las que destacaron el aumento de fondos para la dependencia, la propuesta de un plan con las CCAA para reducir las listas de espera sanitarias, un plan estatal de salud mental, el aumento de ayudas para comedores escolares y, algunas especialmente relevantes, como la reducción del IVA hasta 2024 de productos alimentarios básicos o la prolongación del transporte gratuito para jóvenes y desempleados.
Casi una hora tardó Sánchez en abordar la Ley de Amnistía pactada con Junts y donde se ha posado el foco de la polémica en las últimas semanas, con diversas protestas en las sedes del PSOE y otras multitudinarias convocadas por el PP en las distintas capitales de provincia.
El candidato socialista esgrimió constantemente en su discurso la legitimidad y la mayoría de apoyos de distintas formaciones en el Congreso para sacar adelante, no sólo su investidura, sino también la Ley de Amnistía. "Por cierto, nosotros somos tan españoles como ustedes, no somos menos españoles que ustedes", afirmó, para defender que esta medida es "perfectamente legal" y "acorde con la Constitución", a pesar de que antes de las elecciones del 23J, el propio Sánchez sostenía que una amnistía no era posible porque era inconstitucional.
"Las circunstancias son las que son y toca hacer de la necesidad virtud", comentó Sánchez, una afirmación con la que evidenció ser consciente de que le iban a llover todo tipo de críticas durante esta jornada. No obstante, defendió el pacto por el "interés general" -voces de "por siete votos" surgieron de la bancada de la oposición- y para "seguir avanzando por la senda de la convivencia y del progreso".
Por otro lado, también se refirió al pacto alcanzado con ERC, aprovechando para reiterar que la condonación de la deuda (15.000 millones de euros) acordada con la formación independentista sería extensiva al resto de las CCAA bajo los mismos criterios. En esta primera intervención también mencionó la reforma del sistema de financiación caducado desde 2014 -una reivindicación valenciana-, si bien en otro momento del debate hizo una referencia más vaga: "Sería bueno un nuevo sistema de financiación aunque habrá que ver qué dicen las CCAA autónomas gobernadas por el PP y Vox", apuntó, en una reflexión que invita a pensar en que el camino para una reforma seguirá siendo largo y tortuoso.
El líder del PP, Núñez Feijóo, tomó la palabra tras el receso de mediodía. Su posición era relativamente sencilla: aprovechó muchas de las declaraciones de Sánchez y su entorno donde rechazaban la amnistía en los últimos tiempos y, de forma enérgica, calificó la investidura de Sánchez de "corrupción política". "Tomar decisiones contra el interés general a cambio de beneficios personales no tiene otro nombre", aseguró, para denunciar que Sánchez no había conseguido "el apoyo de nadie, sino que lo ha comprado, que es muy distinto, firmando cheques que todos pagaremos".
En la réplica de Sánchez se produjo uno de los momentos más curiosos del debate, cuando el líder del PSOE se burló del dirigente popular respecto a su fracaso en su intento de investidura, recordándole que había intentado negociar también con Junts y otras formaciones sin éxito y animándole a que desvelara los participantes y contenidos de las reuniones. "Ante todo esto, usted creo una teoría: Feijóo no es presidente porque no quiere", espetó, a lo que siguió un pequeño ataque de risa que contagió a toda la bancada socialista y que duró más de medio minuto.
Menos intercambio se produjo con el presidente de Vox, Santiago Abascal, quien se mostró más duro que Feijóo incluso, acusando a Sánchez de acometer un "golpe de Estado" e insinuar que el candidato socialista padecía problemas mentales, además de preguntarse qué ocurriría y como actuaría el Gobierno si en otras autonomías se produjeran hechos como los de Cataluña, llegando a insinuar en qué pasaría si alguien fuera al Congreso con intención de asaltarlo, algo que se interpretó en la bancada socialista como un intento de emular lo ocurrido en Estados Unidos tras la derrota de Trump.
"El único asiento que usted merece es el del banquillo de los acusados por atacar la Constitución como lo está haciendo", aseguró Abascal, quien comparó a Sánchez con dictadores como Hitler, "quien también llegó al poder con unas elecciones". Una intervención por la que la presidenta del Congreso, Francina Armengol, le reprendió y le pidió su retirada de alguna de sus afirmaciones, lo que conllevó una negativa de Abascal: "Nuestra denuncia es una realidad, que ya ni los diputados tienen libertad de expresión en la tribuna de oradores del Congreso", subrayó, por lo que Armengol, tras protesta socialista, retiró las palabras del diario de sesiones. Acto seguido, Abascal y todo su grupo abandonó el Parlamento por lo que Sánchez no optó a la réplica.
Algo más suave, aunque tampoco podría decirse plácida, fueron las intervenciones de las formaciones independentistas, ERC y Junts. Gabriel Rufián presumió de la capacidad de su partido para forzar el referéndum de independencia para Cataluña y avisó a Sánchez: "No se la juegue", además de criticarle por seguir esgrimiendo la "fractura social" en Cataluña. "Fractura social la que hay en Madrid, no sea cuñado", subrayó, aunque sí echó algún capote al líder del PSOE ironizando respecto al número de veces en las que la derecha había augurado que España se rompía sin que hubiera ocurrido.
Más dura fue la representante de Junts, Miriam Nogueras, quien recordó que, según el acuerdo firmado, además de la Ley de Amnistía, el referéndum por la independencia y la cesión del 100% de la gestión de los tributos a Cataluña eran irrenunciables, por lo que le afeó que no los hubiera mencionado en sus intervenciones. "Si las cosas no cambian y no hay avances en los asuntos comprometidos, no daremos apoyo a ninguna iniciativa de su gobierno", aseguró.
La líder de Sumar y vicepresidenta segunda en funciones del Gobierno, Yolanda Díaz, que formará parte del futuro Ejecutivo de nuevo tras el acuerdo firmado por el PSOE, fue la dirigente que mostró mayor más sintonía con Sánchez. Además de cargar contra el PP, acusando a Feijóo de ser "constitucionalista a tiempo parcial" y de "frivolizar con la dictadura", mantuvo un tono conciliador y de entendimiento con su socio.
Además, Díaz, cuya formación está aliada con Compromís, fue la encargada de reivindicar un nuevo sistema de financiación que corrija la situación de la Comunitat Valenciana -mencionándola específicamente-, además de exigir el impulso al Corredor Mediterráneo y cargar contra el "dumping fiscal" de Madrid. "Eso sí que contribuye a la desigualdad y a romper España", sentenció.