La Generalitat Valenciana no va a adquirir el tercio que posee el Ayuntamiento de Alicante en la sociedad de bienes que rige el Teatro Principal (el otro tercio es del Sabadell). Y eso por una sencilla razón: antes tendrían que pasar por encima del cadáver del alcalde Luis Barcala. Los anuncios, plural, que viene lanzando el conseller de Cultura Vicent Marzà desde el pasado jueves, han eclosionado de lleno en la vidilla cultural alicantina y sobre con su tracazo argumental, acompañado fielmente por la secretaria autonómica del ramo, Raquel Tamarit: “En Alicante hay ausencia de una gestión cultural fuerte y efectiva”. Eso es toda una moción de censura a don Barcala y una colleja a la directora en funciones del coliseo: María Dolores Padilla. Y a algunos más.
Este pasado viernes estuve en el Principal para ver el último montaje de Josi Alvarado, y su compañía La Sogorb Artes Escénicas, Las que tiene que servir, dentro del ciclo Alacant a Escena (una obra tierna y corrosiva al mismo tiempo, con mezcla de Jacks Daniels y Schopenhauer; enhorabuena). La Generalitat inyectó 3 millones de euros en 2018 y después de tres años no se ha acometido nada: absolutamente nada. ¿De quién es la culpa? No lo sé. Esos tres millones son finalistas: es muy complejo desde el punto de vista jurídico destinarlos a tapar la deuda del coliseo, que ronda el millón de euros. ¿La cultura debe ser rentable en similares condiciones a cualquier otro producto de la economía de mercado? No lo sé.
El caso es que el continente da pena, como comprobé en lo de Josi, y se han desaprovechado tres años, tres, para acometer una reforma a fondo. Del contenido tengo dudas, pero son dudas personales: muchos espectáculos de monólogos (no me gustan), muchos tributos (tampoco me gustan, donde esté el original……), lírica y zarzuela de segunda división ….y también espectáculos de tronío como La Casa de Bernarda Albaen versión de José Carlos Plaza, la obra de Lorca que ahora algunos reevalúan tras el triunfo de los talibanes, El Cigala, o Las Criadas de Jean Genet con un reparto encabezado por Ana Torrent; de lujo.
Las Criadas: obra cumbre en la instrospección sobre los paradigmas del poder (la vi en Elche, hace unos meses, en L’Escorxador, dirigida por David López).Escribo a vuelapluma: hay de todo, bueno, regular y muy regular. Supongo que hay que contentar todos los gustos. Ya saben, alta cultura y cultura de masas. Supongo. No lo tengo claro. Y estoy pelín harto de que a algunos, me incluyo, se les acuse de elitistas. Lo que no puede ni debe albergar ningún teatro público (y el Principal casi lo es, salvo el tercio que posee el Banco Sabadell) es bazofia. Sea como fuere, Raquel Tamarit dio el visto bueno a la programación en la Junta General que se celebraba este misma semana, reunión telemática que derivó en el super-anuncio de compra.
La izquierda, previsible, apoya que la Generalitat compre el tercio municipal. Paco Sanguino se está poniendo las botas y habla de “usura cultural”. Pudiera tener parte de razón. Pero es que esa usura viene de lejos, lo cual no justifica nada. Le invito a que habla con ella: Ella es la concejala de Cultura del Ayuntamiento de Elche, Marga Antón, que tiene cerrado desde el inicio de la pandemia el Museo de Arte Contemporáneo de Elche (¿alguien sabe que existe?) y varios espacios expositivos más, según ha detallado en este mismo periódico Pablo Serrano, dibujando un paisaje francamente desolador. Doña Antón, la misma que diserta sobre arte abstracto, sin tener idea, o se quita de encima como asesor, sin despeinarse, a Juan León, siempre polifacético, casi siempre brillante.
Al grano: 1) Barcala ha respondido al envite de Marzà con que en todo caso sería el Ayuntamiento el que compraría el tercio de la Generalitat; para cojones los míos; los rojos no pueden programar cultura en Alicante. 2) A Alicante le falta brillo; no hay que comprarse con Málaga, basta irse a Murcia (La Mar de Músicas, el Cante de las Minas, el Romea, Centro Párraga, con un presupuesto que cuadriplica el de Las Cigarreras…). 3) La cultura, la buena, no es de derechas ni de izquierdas, la cultura, la buena, es un territorio libérrimo, eso se entiende hasta en Madrid, donde manda el PP. 4) Marzà podría comprar con los 3 millones, tal vez un poco más, el Cine Ideal, que se nos cae a pedazos. 5) Marzà no ha sido ni capaz de hacerse con la Casa de Sanidad del Puerto para las exposiciones del Consorcio de Museos que dirige Pérez Pont; le ha ganado la batalla la consellera de Memoria Democrática, Rosa Pérez.5) Barcala tiene razón en una cosa: Valencia se lleva el 77% de los Presupuestos de Cultura; Castellón el 8,2 y Alicante el 7,5, según leo en Raúl Navarro; supongo que Elche migaja y media. 6) Cada palo que aguante su vela.
Mónica Oltra, en compaña del nuevo vicepresidente de Podemos, Héctor Illueca, relanza la idea de la tasa turística: un asunto más viejo que la tos. Ya se emperró en ello Joan Ignasi Pla cuando era el líder del PSPV-PSOE, allá por 2002/2003. Leo su primer argumentario, el de Oltra, y me quedo perplejo: la tasa debe contribuir a las políticas de emancipación de los jóvenes y para reforzar el parque público de viviendas. Ojiplático. A los pocos días, tarde, muy tarde, va matizando e introduce criterios de sostenibilidad ambiental. Doña Oltra no ha sabido distinguir el concepto de tasa (un impuesto revolucionario tal y como lo formuló en un principio) del concepto de eco-tasa, que ya impera en las ciudades de los países más avanzados. Los jóvenes (40% de paro) lo que necesitan es empleo para emanciparse: eso tampoco es de ni de derechas ni de izquierdas. La ecotasa en la Comunidad Valenciana, me perdonarán HOSBEC, Toni Mayor (tan progre para algunas cosas) y todos los demás, tiene lógica: por el hiper-déficit hídrico; por la sobre-explotación de los recursos municipales de los centros turísticos (Benidorm, Torrevieja, Alicante) en la administración del agua, alcantarillado y limpieza; por contribuir, aunque solo sea un poquito, a la preservación de los parajes y parques naturales. Lo de construir pisos para jóvenes suena hasta perverso.