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en la frontera / OPINIÓN

Ribó se come a Catalá

25/09/2022 - 

Desde que sonaron las campanas de que Alicante podría optar a ser sede de la Agencia Española de Supervisión de la Inteligencia Artificial, cuestión que confirmaba Ximo Puig hace una semana en el Festival de Cine de San Sebastián, hay un revuelo notable y unas expectativas exponenciales para que la capital de la provincia albergue una institución del Estado en esa España polifónica como le gusta decir al presidente de la Generalitat. Polifónica: descentralizada. Donde unos ven polifonía otros ven dodecafonía, y más ahora con monumental lío de los impuestos autonómicas y las rebajas consumidas y anunciadas en las comunidades gobernadas por el PP.

Ya en julio del año pasado reivindicó Puig ante Pedro Sánchez que la sede central de Puerto del Estado tuviera su sede en València. Y a los pocos meses, mayo 2022, volvió a la carga para que se desplazaran de Madrid instituciones del Estado como el Tribunal Constitucional (Cádiz), el Supremo (Castilla y León) y una especie de sub-sedes del Prado y el Reina Sofía en otras provincias. Nada de esto se ha hecho porque el Gobierno de la nación ha optado por dejar las cosas como están, salvo que se creen nuevos organismos como el de la Agencia Artificial.

Ahí que vamos todos en tromba: el lunes 19 el presidente de la Diputación convocaba a las elites para hacer fuerza: ahí estaban los dos rectores Amparo Navarro (UA) y Juanjo Ruiz (UMH), el presidente de la Cámara de Comercio, Carlos Baño, Toni Mayor, presidente saliente de la patronal hotelera HOSBEC, siempre presente en todos los saraos habidos y por haber. Invitaron al rector ilicitano, pero no alcalde Carlos González, regidor de la tercera ciudad de la Comunidad Valenciana. Igual lo invitaron: pero no salió en la foto. Supongo que lo de la Agencia Española de Supervisión de la Inteligencia Artificial es una cosa gorda que reforzará el hub de nueva economía que se está gestando en la provincia con varios protagonistas: Alicante Distrito Digital (Generalitat), Alicante Futura (de Luis Barcala, que igual nos trae una de las bases innovadoras de Levi Strauss y que está preparando unos eventazos con protagonistas de primer orden mundial) y los parques tecnológicos de la UMH y de la UA que no sé exactamente cómo se coordinan con los anteriores, si es que tienen que coordinarse en algo: sumar sinergias como se suele decir hasta en la sopa. Y la Fundación Ellis de Nuria Oliver, que ahora co-escribe sesudos artículos en El País. Estamos que nos salimos.

El festín de Mazón duró media hora, justo hasta que María José Catalá, su secretaria general en el PPCV, es decir la número dos en el partido a nivel regional, y también portavoz del PP en el Ayuntamiento de València, reivindicaba en una rueda de prensa la opción del cap i casal para la Agencia de marras y acusaba al equipo de Gobierno de “ausencia de impulso” y de practicar la “política de brazos caídos”. El alcalde Joan Ribó no tardó en replicar: solidaridad interterritorial, lejos de “envidias vanas”. Ribó se zampó a Catalá en medio minuto. Solidaridad. A Catalá le ha salido el tiro por la culata y a Mazón, hombre afable, se le tuvieron que remover ese lunes negro las entrañas. Su número dos llevándole la contra en un asunto de alto valor testimonial y político. Más de uno, y más de dos en el PP, alicantino seguro que exclamaron el día de autos lo de “puta València”, expresión que se ha venido desterrando en los últimos años en medio de los esfuerzos notables de Puig de mimar el sur, poniendo agencias autonómicas y una Conselleria (la de Innovación y Universidades). Y haciéndose omnipresente en la provincia de Alicante, echando el resto para ganar los comicios autonómicos de 2023.

Mazón: sapos y culebras. La cosa ha acabado con una reunión de ambos, él y Catalá, para decir que todo ha sido un malentendido. Pelillos a la mar. Pero me barrunto que esto ha dejado poso porque lo que menos quiere en este mundo el presidente regional del PP, además de la Diputación alicantina, son disonancias extemporáneas que lo coloquen a los pies de los caballos. Lo de Catalá y la Agencia puede ser una anécdota que el tiempo aminorará. Sabrosa anécdota en cualquier caso que denota que todavía queda mucho trecho por recorrer en la vertebración autonómica.

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