VALENCIA. Los duelos de Valentino Rossi y Jorge Lorenzo en Moto-GP, la carrera de cuadrigas en Ben-Hur o la de vainas en Star Wars, son juegos de niños en comparación con la competición electoral que se vive en la Comunitat Valenciana de cara a los comicios autonómicos que se celebran el próximo 24 de mayo. Los siete candidatos principales -algunos no confirmados todavía- que serán cabeza de cartel para la Presidencia de la Generalitat se juegan en esta carrera no sólo el futuro de los valencianos y de sus respectivos partidos en la Comunitat, sino también buena parte de su propio prestigio y porvenir políticos.
Si resultan vencedores, ya sea por ocupar la primera plaza, lograr una buena representación según sus previsiones o salir bien parados de posibles acuerdos, se dibujará ante ellos un futuro ilusionante: todo serán celebraciones, laurel, júbilo, vítores y palmadas en la espalda. De no ser así, surgirán problemas internos y más de uno deberá empezar a mirar la puerta de salida de su cargo. Adiós al perdedor. Y es que en la política, como en la Fórmula 1, el primer y principal rival suele ser un compañero de equipo.
Más allá de la confección de listas, a menudo una auténtica lucha por la supervivencia ajena al ciudadano de a pie aunque sea el que la costee, los candidatos deben estudiar al electorado: observar, apoyándose en encuestas y estudios demoscópicos, quién es el rival más débil, para sacar tajada más allá de la coincidencia o no de la línea política. Y, por supuesto, todo ello sin causar daños irreparables que impidan acomodarse el traje después de la batalla para poder llegar a acuerdos poselectorales.
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