ALICANTE. Un antiguo proverbio chino atribuido a Confucio dice "lo que oigo, lo olvido; lo que veo, lo recuerdo; lo que hago lo aprendo". Ese mismo concepto está en la base de una metodología formativa muy arraigada, learning by doing o, lo que es lo mismo, aprender haciendo.
Al final son todas esas metodologías las que, combinadas adecuadamente, fijan los conceptos y, más que los conceptos, las formas correctas de hacer en las empresas, con un efecto aumentado por el contraste con la realidad de la gestión en las compañías líderes convencidas de que el éxito se potencia con la colaboración dentro y fuera de las empresas. Esta realidad es aún más clara para las empresas familiares, que basan una parte importante de su éxito en la formación continua y en la cooperación.
Universidad, empresa y alumnos, por supuesto con el apoyo de las administraciones, forman el 'triángulo mágico' del progreso y de la sociedad del bienestar que debe ser la máxima prioridad.
Con este marco, el pasado 28 de febrero se desarrolló en las instalaciones de Suavinex la jornada AEFA/Club de las Buenas Decisiones, que reunió a 60 empresarios y directivos -o aspirantes a serlo- alumnos del máster en Dirección y gestión de Empresas, así como el curso experto en Control de Gestión, ambos de la Universidad de Alicante, incidiendo en la utilidad de la formación práctica a través de las experiencias de empresas familiares líderes de nuestra provincia, en este caso especialmente para directivos y futuros directivos, para el desarrollo de carreras profesionales sólidas en empresas familiares que deben competir en un entorno que es global -y hoy más que nunca lo podemos comprobar en negativo con el gran impacto sobre la producción mundial del coronavirus-, digital, en continuo cambio y muy competitivo.
La jornada consistió en una mesa redonda moderada por el director de la Asociación de la Empresa Familiar de Alicante, Juan José Castón, e integrada por Rafael y Gustavo Lubián, de Suavinex, Ángeles Serna, de TM Grupo Inmobiliario, y Vicente Martínez, de Congelados Frimar, con una conferencia y coloquio sobre el Protocolo Familiar a cargo de Marta Máñez, del despacho de abogados Cuatrecasas. Y visita a las magníficas instalaciones de Suavinex.
Todas las empresas participantes han explicado con detalle su proceso de constitución así como la evolución de la empresa y las claves que consideraban que habían propiciado el éxito mantenido a lo largo de muchos años en el mercado, así como la forma en que habían resuelto uno de los puntos críticos en la supervivencia de las empresas familiares: la sucesión; sobre la que tiene gran incidencia el diseño de un buen protocolo familiar, como detalló en la última parte de la sesión la representante de Cuatrecasas, Marta Máñez.
Sin una definición jurídica clara, el Real Decreto 171/2007 describe las sociedades de carácter familiar como aquellas en las que la propiedad (se estima al menos en un 25%, aunque esta no es una limitación estricta) o el poder de decisión pertenecen, total o parcialmente, a un grupo de personas que son parientes consanguíneos o afines entre sí. Y desde luego no es este el planteamiento consciente de la mayoría de las empresas familiares en sus inicios, que lo van centrando a medida que crecen y toman conciencia de que la empresa, más allá del sustento económico de la familia, pasa a ser un proyecto que implica a diferentes integrantes de la unidad familiar, tanto en la propiedad como, a menudo, en la gestión.
Con un elemento común para las tres empresas, la empresa solo se puede abordar con ilusión, con pasión, a partir de la vocación del empresario, y se va definiendo con el paso del tiempo a través del diálogo entre las sucesivas generaciones y la adaptación constante a las nuevas exigencias del mercado, por lo que el entusiasmo, la pasión por emprender tienen que seguir siendo motores de la actividad a lo largo de toda su trayectoria, con una exigencia de profesionalización creciente.
Pero no es fácil simultanear los tres roles que los miembros de la familia ocupan a menudo en la empresa: familia, propiedad y gestión, por lo que es conveniente delimitar con la mayor nitidez posible esos roles y las responsabilidades que se adquieren en cada uno para lo que, como explicaba Marta Máñez, "disponer de un protocolo familiar personalizado a las características de cada empresa resulta una herramienta fundamental capaz de corregir disfuncionalidades que en otro caso pueden dificultar la evolución de la empresa".
Para los miembros de la familia, pues, concurren tres ámbitos: la Familia (representada por el Consejo de Familia), la Propiedad (representada por la Junta General de socios/accionistas) y la Empresa (representada por la Dirección, que nunca debería ser el objetivo primordial de la familia, y puede estar en manos internas o externas en función de la cualificación y capacidad demostrada de gestión), con riesgos relacionados con el paso del tiempo (incremento de miembros de la familia en la empresa, o la anticipación a conflictos como la sucesión, el reparto de poder o la profesionalización), o la necesidad de crecer en este mundo que es global, lo que exige, por ejemplo, financiación que en ocasiones aconseja incorporar nuevos socios a la empresa.
El Protocolo Familiar trata de prevenir y tener soluciones acordadas previamente a estos problemas, para lo que es necesario el compromiso previo de los actuales propietarios. No asegura el éxito, pero contribuye a crear las estructuras necesarias para conseguirlo.
Se trata de un documento amplio y adaptado a cada empresa, que regula tanto el gobierno y dirección de la empresa (Consejo de Familia, Junta de socios, Consejo de Administración, requisitos para la Dirección porque, como decía el presidente de Suavinex, Rafael Lubián, "es muy importante conocer nuestro nivel de incompetencia e identificar a profesionales capaces de subir otro peldaño"), como el trabajo en la empresa de familiares, los derechos económicos de los familiares, la conducta familiar en relación con la empresa, o el compromiso social de la compañía.
Y aún así, la gestión no es fácil, sobre todo en segunda y posteriores generaciones, "ni existe un único procedimiento para corregir los conflictos, como apuntaba Vicente Martínez, salvo el diálogo constante y el sentido común", lo que ampliaba Ángeles Serna introduciendo el concepto de "existencia o no de afecto familiar y la relación en la empresa en base a compartir la visión y los valores, que la empresa debe tratar de construir para todos los miembros de la familia, probablemente sobre el mito del fundador", "porque si no existe ni se puede construir esa base común, la solución pasa, probablemente, por la poda del árbol", como apuntaba Juanjo Castón, en referencia al árbol que figura en el logo de AEFA.
Y con toda la complejidad de la gestión empresarial, y de manera específica en la empresa familiar, la sesión terminaba con el mensaje optimista con cierto tono de humor del presidente de Suavinex: "en el mundo hay dos clases de personas, las que lloran y las que venden pañuelos; intentad estar siempre entre las segundas".