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Reinaldo Ortega: "El dinero no determina cuando no hay derechos o recursos"

6/07/2018 - 

ALICANTE. Reinaldo Ortega (La Habana, Cuba, 1977). Graduado en Artes plásticas por la  Escuela Vocacional de Artes (1991). Técnico profesional en Artes por la Escuela Nacional de Arte (1996). Graduado universitario en Diseño escenográfico para cine y teatro, por el Instituto Superior de Arte (2004). Se sirve de las diversas técnicas aprendidas para determinar su visión de la contemporaneidad. Práctica artística contemporánea acrisolada en Cuba, México y España. Vive y trabaja en Alicante.

—Dice el dicho que 'Uno no es de donde nace, sino de donde pace'. En 2017 te estableces en Alicante, desde donde te proyectas. ¿Te hubiera gustado seguir en tu lugar de origen y desde allí proyectarte o tu trayectoria no habría sido la misma?
—Siempre me ha parecido sabio reconocer el no darle la espalda a la experiencia. Conocer y aprender es necesario si pretendo proyectarme como contemporáneo. Creo que mi generación fue privilegiada al formarse en Cuba en aquellos años. De hecho, una vez que muchos artistas se legitiman en el exilio regresan y se establecen en la capital porque es el mejor lugar para producir y llevar un estilo de vida más simple y natural. Allí el mercado que llega te reconoce y valora de un modo distinto, más original o legítimo. Cuba era mi única realidad palpable antes de conocer España en 2004 y luego México en 2010. Ahora, poseo una visión y criterio diferente. Mi percepción respecto al arte contemporáneo universal y sus tendencias es mucho más genérica y versátil, distinta a cómo me enseñaron a apreciarla. Era necesario salir para corroborar por mí mismo como se asume el arte fuera de mi país. 

—¿Qué te impulsa a salir y radicarte finalmente en Alicante? 
Por lo general el arte cubano desde los ochenta y noventa era muy político y contestatario. Así se comprometía y era legitimado por el mercado. A pesar de la censura y al no haber libertad de expresión la labor de muchos críticos y especialistas era reducida a filtrar hasta marginar todo discurso que abordara nuestra realidad y los llevara a ser cuestionados. Fue la falta de libertad de expresión y derechos la que me impulso a emigrar.

—¿Qué ansiabas? 
—Ansiaba explorar y dar a conocer mi obra, también el poder canalizar el trabajar y compartir mi experiencia con otros artistas. Si algo le debo a la Revolución cubana en el periodo de mi formación es todo lo que me aportó. No solo hablo de conocimientos también esfuerzo y dedicación para ejercitar la mente y la voluntad de crecerte ante las dificultades. Todo forma parte del proceso… 

—¿Lo encontraste?
Ahora asumo crear consciente de estar sujeto a cambios extremos, produciendo lo que quiero, comprometido conmigo mismo y mi familia, pensando en darme a conocer, pero no con humildad ni de forma mesurada o sencilla. Soy un artista que apuesta por la visualidad y el coste por mantenerme ahí es muy alto. Mi obra me lleva a ser radical en muchos aspectos de mi vida personal y ese compromiso afecta a quienes me aprecian y confían en mí. No lo puedo cambiar. Es lo único puro y propio que conservo y que me ayuda a sobrellevar cualquier cambio. Me considero muy dependiente de mi entorno, por lo tanto, mi obra tiene que prevalecer este dónde este. Salvando esa deuda estaré bien conmigo.

—¿Qué diferencias fundamentales, debilidades y fortalezas estableces entre ambos lugares en cuanto al desarrollo de tu práctica artística y al propio Sistema del arte?
España y Cuba difieren en costumbres y desarrollo, pero como toda realidad supongo tienen su tela para cortar. Comparar se hace inevitable y agotador. No pierdo mi tiempo en ilustrarle a otros lo que no quiero vivir. Es demasiado contenido a sopesar y mi prioridad es imponerme como artista. Mi tiempo vale oro y pese a que aún el mercado no me favorece, recreo mi obra con total libertad, sin compromiso con alguna estética determinada o modo de hacer. Como padre y creador en un nuevo contexto me habita la inquietud de conocer y la necesidad de comprender para orientarme y saber caracterizar el presente. Mi tendencia a no ser indiferente y mi interés en lo referente a identidad y proyección del hombre me hace percibir y reconocerme anacrónico inmerso en un proceso de crecimiento cognitivo y apertura de pensamiento vital para seguir adelante. No puedo negar mis orígenes. Soy consciente de que Cuba fue mi cuna como hombre y artista, es la sal de mi arte, también mi óptica, la razón y el origen de mi búsqueda, por eso la considero el otro extremo de mi horizonte.

Alicante resultó ser lo más cálido y semejante a La Habana. Su clima predominante, el turismo y el casco histórico hacen que sea frecuente el sentirme identificado, pero reconozco, para mi gusto que vamos sobrados en desarrollo y confort que apenas se disfruta. El presente les consume planificando el mañana. Es comprensible la indiferencia de la gente con respecto al arte. En Cuba no todos somos artistas, pero nuestra forma de vida es proclive a apreciar el vivir de manera sosegada y apacible pese a las limitaciones y la precariedad (“si tu mal no tiene cura pa’ que te apuras, y si tiene cura pa’ que te apuras). Quizá sea mi percepción, pero en varias ocasiones he frecuentado algunos expos en el peculiar horario impuesto por los museos teniendo en cuenta el ritmo de vida que se lleva por cojones porque si no pereces, y apenas he coincidido con alguien. 

—¿Crees que puede mejorarse algo?
—Sí. Se puede mejorar el corregir vuestra actitud con respecto al arte. “Conociendo el paño” te diría que esta es una sociedad compuesta por clases que tiene muy bien definido cuáles son sus intereses y marcadas sus prioridades y que deja poco margen al arte como un estilo de vida digno a contemplar. Hay que imponerse y no esperar nada a cambio con tal de sentirte bien contigo mismo. Creer en el mejoramiento humano es utopía, pero no deja de ser razón para que te cohibas en mostrar lo mejor de ti.  

—¿Qué deberíamos aportar y eliminar, los de aquí, en la práctica artística contemporánea?
—Deben de crecer en conocimiento y en experimentación e intentar ser libres de vuestro estilo de vida, al menos por etapas. Solo así lograran avanzar, aunque les parezca irracional. El tiempo es un crédito que se nos da, imposible de recuperar y solo se vive una vez.

—Háblanos un poco de tu trayectoria. Defínete mediante etiquetas.
Comencé a estudiar bellas artes en 1989, tenía doce años. En aquel entonces Cuba había consolidado mediante el Ministerio de Educación y Cultura un programa estructurado en tres niveles para la enseñanza artística en general: Elemental por tres años, Medio por cuatro, y Superior por otros cinco años. Todos gratis siendo cubano, solo dependía de tu vocación y rendimiento. Terminé con veintiséis porque entre el segundo y el tercer nivel se intercalan dos años en las Fuerzas Armadas que son obligatorios. Al año siguiente me casé y me vine a España. Mi vida y obra continúan yendo de la mano como un estilo de vida resultante y alternativo sin premeditación alguna, asumiendo la naturaleza de cómo vivir a destiempo entre Alicante y La Habana sin renunciar a mi cultura. Hay cosas que no estoy dispuesto a cambiar ya arraigadas en mi ser y eso incluye al artista. “El camino se hace al andar” viviendo al día, inmerso en el proceso de creación sin dejar de creer en mí para crear. Ahora complemento la sal de mi ingenio y el bagaje técnico adquirido en España como herramienta para definir mi sello artístico, siempre para crear con estilo, no para resolver.  Ahora elaboro mis piezas con un estilo híbrido y con determinación al poder hacer las cosas bien o decidir no hacerlas, buscando obtener una visualidad muy industrial desde lo artesanal pese a que continúe presente la incertidumbre como denominador común entre mi pasado y el presente. Hay que habitar mi mente para entenderlo. 

Cada sociedad es caracterizada por su idiosincrasia o costumbres que devienen del ámbito social y cultural. No te voy a negar que al regresar a mi país se me hace difícil el volver a mediar con trabas y prejuicios que impiden que todo fluya en armonía, pero lo que bien se aprende nunca se olvida. Ahora soy visto allí como un privilegiado, eso me resulta en algunos aspectos más complicado por lo que supone vivir y crear en España, pero a la larga tengo más opciones. La base de todo allí es saber orientarte, el cómo y el cuándo influyen. El dinero no determina cuando no hay derechos o recursos. Entonces tienes que saber cómo reciclar para obtener lo que necesitas. Como experiencia, el resultado es extraordinario, porque te creces en superar las dificultades asimilando todo conocimiento y forma de trabajo alternativo a tu paso. Todo lo que encuentras en su apariencia primaria tiene historia y eso es algo que siempre aporta contenido y riqueza.

—¿Cuáles son los temas de tu trabajo artístico?
El tema principal en el que se centra mi obra es caracterizar el presente. Desde hace aproximadamente dos años trabajo como matiz “el coste de oportunidad en la vida” siempre relacionándolo con caracterizar el presente, espejando en él mi percepción de la realidad que vivimos, asumiendo claro esta su subjetividad.

—¿Algún proyecto, pendiente, que te gustaría realizar en Alicante? 
Bueno, más que pendiente, le llamaría proyecto presente. Ahora trabajo en un proyecto de instalación que se titula «Destellos intransferibles» es una pieza compuesta por una serie de retratos que sugieren el perímetro de un espacio cuyo centro posee un peculiar cilindro de escala majestuosa y dotado de una ambigua sensualidad peligrosa en la que te hayas a gusto y reflejado sin sentirte inducido. Listo para un nuevo retrato.

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