tribuna libre / OPINIÓN

Refugees Welcome

8/05/2020 - 

Refugees Welcome. Eso decía Manuela Carmena siendo alcaldesa de Madrid -“es la empatía, esa cualidad tan esencial que precisamos para vivir bien y para hacer vivir bien a los demás”- lo que justificaba la colocación de aquel famoso cartel en la fachada del Ayuntamiento de la capital de España.

Y según ella la importancia de esa bienvenida no se debía tanto a dar por hecho que las calles de Madrid se inundarían con legiones de desesperados necesitados de amparo, como por la visualización de que, en algún lugar, alguien necesitado de esperanza se sentiría mejor sabiendo que había un sitio, por remoto y extraño que les pareciera, donde se pensaba en ellos.

Todas las personas nos convertimos, de algún modo, en refugiados alguna vez. Todos pasamos por situaciones a lo largo de nuestra existencia que implican un sentimiento de abandono, de desesperanza. Nos sucede en diversos planos de nuestra vida: amores contrariados, confianzas perdidas en el ámbito de nuestros trabajos, de nuestras amistades, incluso de nuestras pasiones deportivas. Vivir, al fin y al cabo, es ir pasando continuamente de un estado de confort y esperanza a uno de desazón y miedo.

La tragedia de la pandemia ha postrado en un estado de desesperanza colectiva a buena parte de la humanidad con desigual incidencia en según qué países. A la pérdida indebida de innumerables vidas humanas se añade una dramática incertidumbre económica y social que, con más intensidad de la que nunca hayamos visto antes, traslada la mirada de la ciudadanía a sus representantes políticos, conmocionados también por la magnitud del desastre y por el incierto horizonte que se presenta frente a nosotros.

Y es en estas situaciones de extrema gravedad cuando las sociedades pueden apreciar, con mayor nitidez que nunca antes, la calidad de sus gobernantes pues, enfrentados todos al mismo problema, son imposibles de ocultar los errores y los aciertos en el tratamiento y gestión. Y los resultados se manifiestan, implacables, en datos, estadísticas, acciones de gobierno, etc., que esta vez no pasan desapercibidas ni enmascaradas por la propaganda oficial del todo va bien, nos espera el mejor de los futuros.

Hemos tenido los españoles la desdicha de sufrir como ningún otro país el zarpazo de la COVID-19. Tanto en número de fallecimientos por millón de habitantes, como en número de profesionales sanitarios contagiados somos indiscutibles campeones mundiales en el desastre. Y esos datos son aún más lacerantes cuando se comparan con los de países de nuestro entorno que, sobre el papel, estaban en teoría menos y peor preparados que nosotros para afrontar el reto, como Grecia, Portugal, Italia. No hace ni apenas 7 meses que Pedro Sánchez decía que España tenía la mejor sanidad del mundo al tiempo que pedía recortes de gasto en este área.

Si comparamos el modo en que el resto de gobiernos de la Unión Europea han manejado políticamente la pandemia con la gestión llevada a cabo por el Gobierno Sánchez-Iglesias, lo que más destaca es la diferencia en el trato a la oposición dada por aquellos. Abierta, transparente y de mano tendida a la cooperación y corresponsabilidad. Por el contrario y para nuestro mal, el Gobierno de España ha actuado de modo opaco, turbio, casi al margen de la ley, en la contratación de compras esenciales para garantizar la salud de los españoles y prolongando un estado de alarma que es en la práctica un estado de excepción que permite a Sánchez e Iglesias gobernar a golpe de decreto, de ordeno y mando para entendernos.

La consecuencia, como no podía ser de otro modo, es que nuestra economía será, según todos los organismos financieros internacionales y analistas económicos, la que más sufra las consecuencias de la pandemia global. Y cuando el naufragio se consume, algo que sucederá con toda seguridad, quedará un mar repleto de refugees, votantes social-demócratas sensatos, españoles de bien, que dieron a Sánchez y al PSOE una vez más su confianza en la certeza de que lo hacían por el bien de España. Millones de votantes que creyeron que Sánchez sería un digno heredero de Felipe González y de tantos otros gobernantes socialistas que tanto hicieron por este país y que, frente al desastre en la gestión de la crisis sanitaria, empiezan a darse cuenta de que les han engañado y hecho con su voto lo que jamás habrían consentido de poder vislumbrar el futuro.

A ellos está dirigida la pancarta que ilustra estas palabras. Refugees Welcome, bienvenidos desencantados de una izquierda que no es tal, sino una grosera réplica del experimento que ha asolado países hermanos de América empobreciéndoles hasta la extenuación y endeudándoles por generaciones. Bienvenidos a la que debe ser la playa de acogida a esos votantes náufragos, como lo fue en Cataluña para todos los españoles que se sintieron abandonados por esa misma izquierda condescendiente con el nacionalismo excluyente. Bienvenidos a esa opción de centro que es liberal y social al mismo tiempo porque la realidad nunca es blanca o negra, sino un compendio de matices cambiantes. Bienvenidos a la única opción realmente alejada del populismo insensato y del rechazo a los iguales. Bienvenidos a Ciudadanos, os necesitamos y el país también nos necesita, es perentorio

César Martínez es secretario Provincial de Acción Institucional de Ciudadanos en Alicante y miembro del Consejo General

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