ELCHE. Durante los últimos años hemos vivido al auge del movimiento trap en nuestro país, un estilo que ha logrado conectar con jóvenes y adolescentes de una forma que hace tiempo que no veíamos. Como no podía ser de otra forma, tras un par de años de construcción de los principales referentes en el país, hoy es un movimiento verdaderamente popular que ha hecho que tanto este como el hip hop gocen de un gran momento de protagonismo, algo que también ha llegado a Elche, donde cada vez es más común ver a chavales rapeando en el parque, montando batallas de gallos bajo el puente o incluso ya hay pubs como Le Suite que apuestan por el trap como principal estilo musical.
Sin embargo, antes de esta explosión de este derivado del hip hop ya había en la ciudad MCs y beatmakers (productores) dando vida a esta cultura urbana, que a pesar del momento actual, sigue siendo algo bastante underground. E incluso con un espíritu bastante punk, pues la democratización de la música electrónica y todos sus cacharros, necesarios para construir esos beats, ha hecho que uno pueda montarse su propio soundsystem y crear sus producciones. Es el caso de RedBarBass (@rdbrbsbeats), nombre artístico tras el que se esconde Agustín Gil, un productor del barrio de Carrús de 24 años y que lleva desde los 16 dedicándose a esto del hip hop “al completo”, como indica, y también al trap: produce bases, rapea, hace de ingeniero de sonido y edita sus propios vídeos. Llegó al hip hop desde el punk —se confiesa fan de Eskorbuto—, una filosofía que con el mantra del ‘hazlo tú mismo’ sigue aplicando a este estilo.
Empezó a foguearse con el programa Fruity Loops gracias a un amigo, quien le introdujo al mundillo, y tras un curso en 2010 empezó a poder expresar lo que tenía dentro. Fue entonces cuando se dio cuenta que tenía que apostar por esto, y apunta que intenta no ajustarse a lo que todo el mundo hace, “hoy en día se intenta hacer todo lo que hacen los americanos, y yendo más allá, hay páginas que te dan la composición MIDI (la base)”. Y hace referencia a que hay productores españoles hoy en día que se dedican a copiar melodías de otra gente. En ese sentido, asevera que la gente le dice que es difícil rapear en sus bases, y precisamente es ese toque diferente el que hace de RedBarBass un beatmaker diferente al no apostar por sonidos clónicos, que al fin y al cabo, son los que llevan más rápido al éxito.
Ahora va a sacar su maqueta ‘Nø Cønventional Trvp’ en bandcamp que tiene precisamente ese nombre porque no es el trap que ahora está triunfando. De hecho, tampoco es trap explícito, tira más hacia terrenos que están entre el hip hop instrumental y lo electrónico por las ambientaciones que genera y que recuerdan, salvando las distancias, a gente como Clams Casino. Un sonido al que ha llegado de forma propia, sin referentes concretos. Aunque escucha bases antes de sentarse a producir para ver determinadas líneas de bajo, bases etc., reconoce que escucha mucho a 808 Mafia. Respecto a esas estructuras de trap más explícito que hoy han logrado incluso fichar con multinacionales como Sony, piensa que se critica por criticar: “no tengo una crítica porque sí, lo hace mucha gente con Pxxr Gvng, Kidd Keo y esta gente, estoy más o menos en desacuerdo con la música que hacen, pero no criticaría a alguien que está arriba. Están ahí por algo y hacen lo que quieren”.
Suele trabajar con MPCs de AKAI, el portátil y prácticamente cualquier software de producción. De hecho, casi siempre lleva encima su mochila con los cacharros porque nunca se sabe cuándo puede venir la inspiración; cajas de ritmo en las que ha ido invirtiendo dinero cuando ha podido. Y sumado a su talento, ese equipo más profesional se nota en el acabado de sus producciones, como se puede ver en su canal de Youtube o en su Bandcamp. Como dice, “para mí esto ya no es un hobby, ya llevo muchos años y he invertido trabajo y dinero que quiero de vuelta porque me he puesto en serio con el tema”. De hecho, en este asunto hace alusión a lo poco valorado que está el trabajo del productor, comenta que se quejan porque es caro pero incide en el trabajo que hecha en horas, “como otro cualquier trabajo” y asegura que el mundo del productor está muy poco reconocido y “es doloroso”, denunciando que lo que se lleva en España es la revolución del freebeat, “si pueden te lo cogen gratis y a ganan dinero a costa de él”.
Empezó a escribir y rapear al poco de empezar a producir, a masterizarse él mismo, y prefiere no delegar en nadie y trabajarse lo suyo. O para sus colegas en su defecto. “He aprendido haciendo mis cosas. No tengo una carrera, no tengo un título de sonido, y hay mucha gente que tiene una verdadera inversión con cabinas, compresores y sacan una calidad que te la saco yo grabando en un armario”, bromea. Reconoce que aún le falta y que aunque suena cada vez mejor, es consciente de que tiene que llegar más lejos, más difícil si cabe al intentar hacer algo diferente. Por eso se fija en qué hace la gente del trap actual para ver dónde falla y dónde no, aunque intenta no encasillarse demasiado con sus producciones.
Respecto a esa forma de llegar ‘arriba’, apunta que siempre hace falta que alguien te eche un cable. “La exposición pública hace mucho”, asevera, y matiza que si la gente de Red Bull (que suele apostar por nuevos valores) ha llegado ahí es porque serán buenos, pero sobre todo porque apuestan por una imagen por la que él prefiere no pasar: ni la lleva ni se va a rapear debajo del puente. De hecho, está empezando ahora a darle fuerza a las redes sociales para impulsar más su trabajo al público. Eso sí, de cara a un futuro, confiesa que preferiría poder vivir de productor como un trabajo cualquiera, sin estar excesivamente expuesto. Aunque es una tarea ardua, y asegura que hay mucha gente que come la oreja pero luego no paga el trabajo, “a algunos les he grabado y producido la maqueta y no me la han pagado, al menos agradece el trabajo de la manera más simple que puedas”, e indica que precisamente es la gente menos influyente la que se comporta de forma más humilde. Como pasa tantas veces en la música, el ego fluye rápido hasta la cabeza y ciega a quienes suben demasiado rápido.
Actualmente está en un colectivo que se llama 19XX donde varios productores comparten ideas y ténicas, pone en valor el trabajo de gente como Space Dealers y también habla del proyecto con sus colegas, Mintiendo Muzik, seguidores de Cecilio G, donde apuestan por algo más ‘auténtico’ y no tan impostado. Cree que es lo que se lleva mucho ahora —incluso a nivel local—, con chavales que tienen 16/17 años y salen con cochazos, simulando ser drugdealers “con maquetas que te ha pagado tu papá”. No obstante, matiza que es lo normal porque el trap está pegando fuerte: “aun así pienso que en Elche hay gente muy buena que lleva toda la vida en esto y que no ha salido a la luz, como Tek 3´14, o Niño del Guetto, que lleva 20 años rapeando. Veo en Elche mucho mañaco que no entiende, yo llegué aquí siendo un punky y lo primero que hice fue documentarme sobre el hip hop”. Apunta además que “hoy en día puedes ser trapero, te inventas que pasas droga y puedes hacer buenas rimas, pero para ser beatmaker tienes que tener algo dentro”, y señala que hay mucho niño que está a nada de que venga alguien a darle un recado por ir tan subidito.
Por último, en lo que respecta al mundo del hip hop, echa en falta más respeto de los de arriba hacia los de abajo, máxime si estos últimos les han ayudado a a los primeros a llegar donde están. También lamenta que en ciudades como Elche, donde hay una potencial brutal a nivel de graffiti, se siga sin explotar toda la cultura urbana que tiene detrás, y hace referencia a los internacionalmente conocidos P.O.R.N.O. Stars y a los grafiteros que salieron de ahí y que viven de esto fuera del país. Un colectivo que llegó lejos como él pretende, pero el camino es tortuoso, como comenta, aunque cuando hay talento y ganas, el resultado siempre acaba llegando.