ALICANTE. Muchas veces pensamos que la historia la construyen los grandes acontecimientos, que a su vez están vinculados a personas que han tenido fama o renombre. Sin embargo, el simple testimonio de un vecino puede dar enorme información sobre las costumbres y sobre el tejido social que se daba antaño en una ciudad. Bajo esa premisa nace el proyecto Recordando el barrio de San Antón, un documental dirigido por la fotógrafa Eva Máñez e impulsado por la cooperativa EcoEvent, con la colaboración del Consorci de Museus de la Generalitat Valenciana y enmarcado en el programa cultural que desarrolla la concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Alicante, con fondos Edusi, en el Centro Cultural Las Cigarreras.

Personas de diferentes edades hablan a la cámara para contar en primera persona los hechos cotidianos, espacios desaparecidos, recuerdos, costumbres e hitos importantes del barrio de San Antón a partir de sus álbumes fotográficos personales o de objetos que conservan con cariño. "Las personas mayores tienen unos álbumes de fotos que son una maravilla y que hablan mucho de cómo era la vida en el barrio y de cómo eran las estructuras de relaciones personales", explica la autora de esta cinta, que se está rodando esta semana en Alicante. Una entrada del cine, un billete de tranvía o una fotografía de la infancia son por tanto el punto de partida. "Se trata de poner en valor los recuerdos de las personas del barrio, su tejido social. La memoria, a través de sus objetos, fotografías y recuerdos", insiste Máñez.

El protagonismo es absolutamente para los vecinos de San Antón, con la intención de facilitar la creación de ese tejido social que ahora se está perdiendo, pero que se puede recuperar a partir del conocimiento de la historia colectiva que guarda el vecindario en la memoria y en su transmisión oral. Es por eso que el proyecto hace hincapié en la importancia del sentido de identidad, de pertenencia a un barrio o ciudad, en la vinculación con el territorio y la cultura. Todo ello, a través del recuerdo. "Hoy en día hacemos muchas fotografías, pero no se imprimen ni se conservan y al final se acaban perdiendo", comenta. "Cada día estamos más aislados y, aunque se hagan más fotos que nunca, luego no están en las casas. En el ámbito doméstico, los soportes digitales a menudo se pierden y las imágenes también. Lo que antes ayudaba a que se conservaran era el papel, pero ya no se utiliza".