ALICANTE. Pintan bastos en la sede del Partido Popular. No sólo en la de la Comunitat Valenciana, tras el huracán Gürtel, sino también en Madrid: el fenómeno Ciudadanos, traducido ahora en fenómeno Rivera o fenómeno Arrimadas, inquieta en la sala de máquinas de Génova, hasta el punto de que fuentes bien informadas sostienen que existe una encuesta, de las múltiples que se han hecho en el mes de enero, tras las elecciones catalanas, que vendría a reflejar que el subidón de la formación naranja podría disputar la mayoría al PP a su gran feudo en la Comunitat Valenciana, la provincia de Alicante. Según esas mismas fuentes, PP y Ciudadanos se disputarían en estos momentos el cuarto diputado de los 12 que hay en liza. Es decir, sería como si el PP retrocediera a las elecciones de diciembre de 2015, donde logró 4 diputados por debajo de los 300.000 votos, o incluso a las autonómicas de 2015, que cosechó su peor guarismo con 224.000 votos. También supondría, en caso de confirmarse, que Ciudadanos ganaría un 60% de los votos respecto a esa misma cita electoral y superara los 200.000 votos en la circunscripción; en junio de 2016, obtuvo 154.000 sufragios.
Esa situación de tensión interna -algunos califican como de "respeto" lo que representa actualmente Ciudadanos- vendría a explicar que la cúpula nacional del PP haya diseñado un batería de actos para este primer trimestre para volcarse en la Comunitat Valenciana, pese a que el ministro Montoro sigue sin aclarar la principal incógnita: cómo resolver el sudoku de la financiación autonómica. En lo institucional, esos actos han sido la inauguración del AVE de Castellón y el aniversario del aeropuerto Alicante-Elche (que cumplió los 50 años en mayo de 2017, pero el acto se ha celebrado ahora) y en lo orgánico, hay otras dos citas: una convención nacional para autónomos y pymes, que se celebra el 17 de febrero en Alicante y la reunión del grupo parlamentario europeo, que reunirá a la plana mayor de los eurodiputados, con Esteban González Pons, del 7 a 9 de marzo en València.
A ello, se añaden las inversiones anunciadas, millonarias, sí, pero que marchan a ralentí quizás para que implosionen en plena campaña electoral, pero con la sensación de que todo avanza de manera muy lenta. El Corredor Mediterráneo sigue siendo la gran obra que sigue sin enlazar Alicante con València con Alta Velocidad. El nudo de La Encina no lo deshace, por el momento, nadie.
Si no atenemos a la media de las encuestas publicadas por diferentes medios, el PP estaría en los resultados de mayo de 2015, alrededor del 27% de los sufragios, el resultado que obtuvo en las autonómicas y municipales que significaron la pérdida del poder en la Generalitat Valenciana y en muchos ayuntamientos tras 20 años de gobierno. Si nos fijamos en los sondeos, Ciudadanos tendría una proyección del 22,6%, que es el porcentaje que los socialistas lograron en mayo de 2015, entre 180.000 y 200.000 votos en el total de la provincia de Alicante, o como Compromís en la provincia de Valencia en mayo de 2015.
Pero ese sondeo electoral, extrapolado a las resultados, concede a Ciudadanos la posibilidad de disputarle la victoria en la provincia de Alicante, el principal feudo del PP -y también del PSPV- en la Comunitat Valenciana. Es decir, dentro de un ámbito municipal o autonómico, con más variables, el resultado se podría distorsionar, o podría tener más variables, pero en uno nacional, el escenario se simplificaría: así, el voto de centro-derecha -incluso votantes del PSOE, se moverían en esa disyuntiva, entre PP y Cs o entre Cs y PSOE, pese a que los socialistas tiene una fidelidad de 180.000 euros en la provincia de Alicante, como demuestra el histórico de las últimas consultas electorales.
Es decir, que de acuerdo con las encuestas de enero, el PP estaría luchando por mantener un cuarto diputado en la circunscripción y Ciudadanos podría incrementar su representación al Congreso de los Diputados en tres representantes y disputarle la mayoría al PP. Con la Ley de D'Hont, el partido más votado se llevaría los restos y, por lo tanto, el cuarto representante. Actualmente, el PP tiene 5, Podemos-Compromís, tres; el PSOE, dos y Ciudadanos, otros dos.
Lo dicho, el PSOE tiene los 180.000 votos muy consolidados -perdió el tercero por poco- y la otra gran incógnita sería ver qué sucede con la coalición A la Valenciana, formada por Podemos, Compromís y Esquerra Unida. Su unión -y la pujanza de Podemos en su momento- supuso que superara a los socialistas y que lograran 3 representantes.
En la sede del PP de Alicante admiten la preocupación, reconocen que Ciudadanos está en alza tras las elecciones de Cataluña y que las encuestas no le son favorables. Tienen un diagnóstico de ello, y una solución. El diagnóstico lo encuentran en la grandes ciudades de la provincia, donde Ciudadanos les podría robar parte de su electorado. El PP sigue inactivo en la ciudad de Alicante, pese a renovar recientemente su estructura -no tiene actividad más allá del grupo municipal-; acaba de despertar en Elche, con el impulso de Pablo Ruz, aunque reconocen que es muy tenúe; hay algo oposición en Torrevieja, pero en el resto de ciudades dónde no se está en el gobierno, apenas hay movimiento. Encima, Ciudadanos les acaba de robar el protagonismo en el municipio del líder socialista, Xàbia, con la denuncia contra el alcalde y portavoz socialista en la Diputación de Alicante, José Chulvi. En Valencia tampoco se ven síntomas en grandes ciudades: la incógnita del cap i casal, la gran fuerza motriz, sigue sin despejarse.
Pese a este panorama tan desalentador, en principio, no cunde la depresión ni la alarma. Son conscientes de que el PP tiene más estructura y que la implantación total en la provincia (y en el resto de territorios, a diferencia de Ciudadanos) les da un colchón suficiente como para mantener la situación. Es decir, el peor augurio puede ser una horquilla de entre el 27 y el 29% de los votos, como sucedió en mayo de 2015.
Hay otro dato para la esperanza: los resultados del PP en Alicante -especialmente, en la provincia del sur- suelen ser dos o tres puntos más altos que en la media española, lo cual les da otro colchón.
Ahora bien, hay otro síntoma de preocupación, el rival directo ya no es el PSOE, es Ciudadanos, y los votos que no se suman ya no van a la abstención -como sucedía antes- sino al rival directo. Esta es la gran diferencia: al votante no sólo hay que sacarlo de casa, sino que, además, lograr que vote el PP. En estos momentos, hay una alternativa sólida en el centro-derecha.
En 2015, el PP se hundió al 27% en Alicante -el porcentaje que le dan ahora las encuestas-, pero a diferencia de lo que esperaba la cúpula popular, el PSOE mantuvo el tipo, sobre todo, en la comarca de la Vega Baja, de ahí que apenas hubiera 40.000 votos de diferencia entre ambos. Los socialistas mantuvieron los 180.000 votos a que acostumbran a retener. Ahora, la amenaza es Ciudadanos.
Ciudadanos es consciente de la situación, y sabe que la gran batalla de 2019 está en las grandes ciudades. En València parece clara la apuesta de Fernando Giner como candidato, pero en Alicante es una incógnita. Hay que elegir y acertar. La dirección lo sabe. Y además, ha de compaginarlo con el aumento de la militancia que se está registrando, no sólo en las grandes ciudades, donde vuelven militantes que lo dejaron, sino también en ciudades medianas, donde la formación naranja empieza a complementar la estructura en comarcas donde antes no llegaba.
Pues eso, la partida está en las grandes urbes. Ni PP ni Cs mueven ficha, pese a la preocupación que cunde. El PSPV despeja hoy alguna incógnita con las primarias, pero sigue teniendo muchos cuestiones por resolver mientras se reorganiza el mapa de la izquierda, con Compromís y Podemos cada vez más distanciados, y con Esquerra Unida sin tabla de salvación. Las encuestas marcan tendencia.