EL CAMPELLO. Esta mañana se ha procedido al traslado de los restos mortales de Rafael Altamira Crevea y Pilar Redondo Tejerina desde el tanatorio de Sant Joan hasta el cementerio municipal de El Campello, para proceder a depositar los féretros en el nicho familiar, donde permanecerán hasta que se construya el monumento funerario que acogerá los cuerpos de forma definitiva, cumpliéndose el deseo del ilustre jurista.
La operación ha sido un acto íntimo, con asistencia reducida a tres de los bisnietos del literato y humanista (Luz, Ignacio y Javier Ramos Altamira), el alcalde, Juanjo Berenguer; el concejal de Cementerio, Cristian Palomares, y Raimundo Panea, el técnico municipal que se ha encargado del expediente administrativo que ha hecho posible la exhumación de los cuerpos en el Panteón Español del cementerio de la ciudad de México DF y su posterior repatriación a España. Para este funcionario, se trata sin duda “uno de los trabajos más intensos de mi carrera profesional”.
Han sido los propios familiares quienes, después de que los restos se hayan depositado en pequeños féretros, se han encargado de introducir ambas cajas en el nicho en el que reposan desde hace muchos años los padres y los abuelos de Rafael Altamira.
El silencio se ha impuesto entonces. Operarios del camposanto y autoridades han mantenido la distancia aconsejable en estos casos para que Luz, Ignacio y Javier completaran la operación. Después, se ha vuelto a colocar la lápida en el nicho, y depositado los dos centros florales que ha ofrecido el Ayuntamiento en nombre de todo el pueblo campellero. “Misión cumplida”, señalaba la familia. “Por derecho y en justicia”, ha remarcado el alcalde.