ALICANTE. En Compromís se comprometieron con la causa y cerraron filas en torno a Rafa Mas, su portavoz en el Ayuntamiento de Alicante. El concejal tenía una meta: superar en afluencia de gente al PSOE y a Ana Barceló en el Club Rafael Altamira (anterior y breve Club Chesterton). Lo consiguió, dobló expectativas y se tuvieron que sacar excedentes de las sillas de Ikea ante las setenta personas que llenaron la sala de presentaciones de la librería Pynchon & Co.
Nada más empezar se quitó el calificativo despectivo de muleta del PP, sentenciando a Luis Barcala y soñando con un gobierno que deje de caminar hacia un Alicante sin proyecto. Comparó sus acuerdos heterodoxos con los que llegó Gerard Fullana con Carlos Mazón en la diputación de Alicante; han traído cola esos pactos, tanto que de tanto toquetearlos y recordarlos corren el riesgo de convertirse en un comodín, en la carta que sacas en la partida cuando no tienes nada más que decir. Precisamente habló sin tapujos al asegurar que quizá sus colegas que ahora están en Valencia no han conseguido revalidar sus funciones de gobierno ante la dificultad de saber comunicar lo que hacían en unos despachos institucionales de los que no salían.
Mas enarboló la política de barrio, una en la que no sólo sale del despacho sino que se encierra en la calle hasta tal punto que a veces da la sensación de que es víctima de un embrujo, de un síndrome de Estocolmo con una gente que no tiene miedo que secuestren su tiempo. Saludó a todos, no dejó a nadie de los presentes sin abrazar, besar y consolar. Un apoyo que en ocasiones a nivel autonómico queda en evidencia por parte de su partido, que vende a precio de saldo sus apoyos al gobierno mientras el otro nacionalismo sí que subasta cara su piel. Un ejecutivo que es carne de su carne y quizá por eso, al ser preguntado por los efectos de la infrafinanciación de los sucesivos gobiernos desde Mariano Rajoy a Pedro Sánchez, se fue por peteneras y sacó a relucir el comisión de llamada de atención a Carlos Mazón. Pese a su campechanía no desaprovechó la ocasión para sacar a relucir su dominio de las artes políticas, unas que tienen un toque gallego, que responden una cuestión con otra pregunta; será herencia quizá de que el poder patrio siempre ha nacido en Galicia.
En el epílogo, en un arrebato de sinceridad propio del que está agusto en un velada entre amigos, confesó su deseo de la creación de un frente amplio más ambicioso que Compromís y dejó la puerta abierta a retirarse de la política en 2027 resoplando por lo que pesa haber estado ocho años de concejal. El tiempo dirá si habrá más de Rafa Mas en 2027.
